villana

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Mentiría si digo que aquella noche no tuve miedo, recuerdo que me senté junto a la venta mientras Sara dormía tranquilamente, yo pensaba en todos los demonios que traía por dentro sabiendo que en el punto en el que había llegado ya no había forma de expiarlos, jugué a ser la villana de este puto cuento y finalmente me había convertido en una.

La mente, el cuerpo y el alma me habían traicionado y no existía un minuto que no pensara en ella en Francella mis sentimientos por ella estaban empezando a rayar en obsesión y eso también asustaba. A la mañana siguiente el desayuno no fue más fácil, mi papá amaneció feliz y especialmente atento con Francella, lo que debo admitir que me preocupó, el cambio de actitud era notable.

Sara -Que rayos fue eso Althea? Déjame decirte que estás haciendo un trabajo terrible tratando de separar a tus papás. Parece que están en plena luna de miel. Me puedes explicar creí que habías avanzado en algo pero veo que no.

Las palabras de Sara me retumbaban en la cabeza porque tenía razón se veían tan enamorados y ayer no era así.

Sara hablaba de cosas sin importancia mientras alistaba sus cosas había decidido que se quedaría en un hotel unos días y ya luego vería que hacer aunque mi papá insistió ella al parecer no quería molestar y yo necesitaba hablar con Francella y con Sara ahí todo se complicaba.

Por la tarde lleve a Sara al hotel la dejé instada y como mi grado de obsesión no me permitía más, corrí hasta mi casa a esperar la oportunidad para buscar a Fran. Fui a la cocina por un vaso de agua y disimuladamente le pregunté a la chicha del servicio donde estaba mi papá a lo que ella respondió que cinco minutos antes de que yo llegara él había salido y le había dicho que se tardaría, en ese momento me di cuenta que era mi oportunidad perfecta, dejé el vaso y subí corriendo las escaleras, quería decirle a Francella que no estuviera preocupada que yo lo iba a solucionar todo que no sabía como ,pero, encontraría la forma, quería tranquilizarla y calmar mi necesidad de ella también.

No toque la puerta de la habitación de mi padre, sabía que Francella estaba del otro lado y ya no aguantaba más sin ella. Entré y la encontré arreglando unas cosas.

-Althea que haces aquí?

-Tranquila ya sé que mi papá no esta. 

Traté de acercarme a ella de abrazarla de besarla, sin embargo, para mi sorpresa ella me rechazó.

-No Althea esto no esta bien.

-Que dices? 

-Digo que esto se tiene que terminar.

-No Fran yo entiendo que estes asustada por lo que pasó ayer pero, yo voy a encontrar la manera...

-La manera Althea por favor, no hay manera y deberías entenderlo. 

-Pues entonces yo inventaré una manera.

-Althea debes tener claro que lo pasó fue una aventura nada más que la pasamos rico las dos y ya está. 

-No me digas eso porque sabes bien que no fue solo una aventura fue mucho más.

Quería convencerla, quitar sus miedos con caricias tal y como ella lo había prometido conmigo. Y en ese momento como si hubiera lanzado un puñado de cuchillos sobre mi dejo salir las palabras que yo no sabía que no era capaz de soportar.

-Me acosté con él.

-Qué? No.

En ese minuto pude escuchar mi corazón romperse como una copa de cristal contra el pavimento, la miré fijamente a los ojos todo el tiempo que las lágrimas me lo permitieron sentía que acababa de perder lo único que me había llenado de ilusión desde el día de la muerte de mi madre, sabía que era cierto la culpa en los ojos de Francella me confirmaban lo que sus palabras decían. 

Lo siento, me dijo mientras trató de tomar mi mano. Y de mi parte un no me toques con la voz quebrada fue lo único que pude decir, di un par de pasos hacia atrás y sentí como todo empezaba a dar vueltas dentro de mi cabeza, me giré lo único que quería era salir de ahí y mi mirada se clavó en la cama con las más finas sabanas de seda blancas, perfectamente acomodadas. La furia me cegó por un momento la mente una vez más me traicionó y pude ver las imágenes de ellos dos haciendo el amor, me quería morir como carajos había confiado en ella como había caído por su encanto igual que todos en esta casa la odiaba y me odiaba a mí por permitirlo le permití jugar conmigo, le permití ganar. 

Tomé las sábanas por la parte de encima y jalé con tanta fuerza que me aseguré de que no quedará nada ordenado en aquella cama, la ira me tenía enloquecida.

-Althea basta (me dijo Francella con un tono más de preocupación que de otra cosa.

-Eres una maldita Zorra.

Le grité con todo el rencor que tenía y corrí, corrí de la misma forma que lo hice aquella noche cuando me enteré de la muerte de mi madre bajé las gradas tan rápido como pude crucé el jardín llorando hasta llegar a la bodega que era mi refugio ahí mismo donde días atrás había comenzado todo con Francella me senté en aquel muro donde podía ver como ya todos los árboles de tajy habían perdido sus flores y lloré, lloré como creí que nunca más lo haría esta vez por una mujer que no valía la pena.

Jugué a ser la villana del cuento y hoy la verdadera villana me acababa de ganar, pero, estaba segura de que esto apenas comenzaba para las dos porque, aunque me partiera el alma en el camino iba a sacar a Francella de mi vida y de la vida de mi familia.

Aquella tarde estaba segura que si pudiera ser la villana del cuento lo sería.


Barcos De PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora