El placer de ser quien hace daño.

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De seguro han escuchado hablar de la teoría de las recompensas impredecibles, esa que asegura que si acostumbras a una persona a recibir de tu parte cierto tipo de recompensas o atenciones constantemente en el momento que no lo hagas será ella la que se obsesionará contigo.

Francella tenía toda mi atención desde hacía ya varios días y había llegado el momento de cambiar eso, necesitaba que reaccionara y sabía claramente como podía hacerlo ya ella había jugado conmigo ahora era mi turno.

Este pensamiento era el único que habitaba mi mente mientras mi papá ahí frente a mi tomado de la mano de ella me invitaba a una cena familiar que quería realizar la noche siguiente antes de tener que irse de viaje nuevamente, según mi padre ya les había dicho a mis hermanos y estuvieron de acuerdo, solo faltaba que yo dijera que sí.

-Me parece una gran idea papá, pero, mis hermanos van a ir con sus parejas tú con tu esposa y yo no sé si habrá algún problema si invito a Sara para no sentirme tan sola.

Solo decir esas palabras y pude ver el cambio en la expresión del rostro de Francella, mi padre por supuesto, no tuvo ningún problema en que Sara nos acompañara. 

Ella solo podía mirarme a los ojos sin decir ni una palabra, había un mundo de historias atrapadas en el espacio vació entre nosotras, pero, no nos pertenecíamos ella no era mía y yo no era de ella y nunca lo seríamos.  

No me costó trabajo convencer a Sara de que la dichosa cena familiar que había inventado mi padre sería divertida, por alguna razón Francella no le había caído nada bien desde el día uno así que estaba dispuesta en ayudar a lo que a mí se me ocurriera para fastidiarla.

Sara se veía hermosa esa noche un vestido negro al cuerpo bastante sencillo, pero, muy elegante las ondas de su cabello rubio caían sobre sus hombros blancos y sus ojos color verde claro con un maquillaje muy discreto sin duda una niña preciosa y de mucha clase así a simple vista sería imposible notar lo rebelde que era realmente aquella joven que parecía más un ángel que un ser humano.

Ahí estaba yo en una mesa reservada para toda la familia con mi mejor amiga, con un plan macabro rondando mi mente y con el corazón hecho un puño esperando que los demás llegaran al restaurante. No se hicieron de esperar los primeros en llegar fueron mi hermana Tala y Jean Pol su estirado marido, seguidos de Valentín con su novia Irene con la que vivía sin casarse a pesar de la insistencia de mi padre que debía contraer matrimonio. 

Valentín se sentó justo frente a mí al parecer estaba dispuesto a juzgarme con su mirada el resto de la noche, Irene que al contrario de lo que éramos todos los integrantes de esta familia era muy cálida y amigable se lanzó a abrazarnos a Sara y a mí con la ternura que era característica de ella en ese momento una voz que me era completamente familiar dejo salir un buenas noches que captó la atención de todos en la mesa. 

Eran ellos mi padre y Francella, Dios estaba preciosa como siempre con un vestido rojo satinado largo de tirantes que dejaba ver ese escote espectacular por el que imperios enteros podrían entrar en guerra, solo la mirada de mi hermano fue capaz de traerme de vuelta me veía como si yo fuera la persona que más odiaba en el mundo. 

Yo me dediqué toda la noche a ser especialmente cariñosa y atenta con Sara sin embargo no perdí ni por un momento de vista los labios color durazno de Francella y por supuesto que no fue fácil fingir que no notaba la mirada de ella clavada sobre nosotras no sabría decir a ciencia cierta que transmitía con sus ojos, era una mezcla entre celos y culpa. 

Ya todos habíamos terminado de cenar y las historias de Irene y Sara parecían tener demasiado entretenidos a todos, me levanté y me fui al baño no sin antes dirigir una mirada a Francella la cual cumplió con su objetivo no habrían pasado cinco minutos cuando ella llegó disimulando al baño.

-Althea tenemos que hablar.

-Tu y yo no se me ocurre de que tendríamos que hablar (le respondí despreocupada mientras me retocaba el labial frente al espejo)

-Podrías comenzar por decirme ¿que relación tienes realmente con esa niña y porque la trajiste?

- Sara...Ammmm es mi amiga de momento.

-¿Te gusta?

-Francella ese creo que no es tu problema en lo más mínimo.

-Tienes razón es solol que no puedo evitar sentir ...

-¿qué? ¿qué vas a decir Francella? ¿Celos?

-Y si fuera así ¿qué?

-Mira tú no me engañas, ya me quedó claro, fuimos un buen polvo nada más no es necesario este falso ataque repentino de celos. La pasamos bien quedémonos con eso y ya está.

Le dije esto y me acerqué a ella le di un tierno beso en la mejilla mientras le susurré al oído ahora déjame concentrarme en lo que sigue ya de ti conseguí lo que quería.

Diciendo estas palabras me fui de nuevo a la mesa y de cierto modo me sentía increíble ella me había hecho daño y está era una forma de hacerle lo mismo quería que se sintiera mal, quería hacerle más daño del que me había hecho a mi creyendo que eso calmaría un poco mi dolor y por un momento lo conseguí me sentía como si hubiera dado el jaque mate de la noche la había destruido y sus ojos rojos al volver a la mesa me lo confirmaron había llorado posiblemente por eso tardó en regresar se estaba reponiendo de lo que le dije. 

El verla así vencida me renovó las energías y entre risas me acerqué al oído de Sara y le pedí que se quedara conmigo esa noche a lo que ella aceptó por obvias razones, mi plan apenas empezaba y yo ya podía sentir el placer de ser quien hace daño.

Bueno espero que les guste el último capítulo del año, no quiero dejar pasar este día sin antes darles las gracias a tod@s las que me han acompañado a través de mis historias ustedes se han convertido en mis estrellas,  l@s quiero. ¡Por un año más lleno de historias por contar mis mejores deseos!



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