Le quité la camiseta blanca que anda muy despacio como si el más mínimo movimiento el falso fuera a romperla la tiré a un lado estaba ligeramente manchada de sangre su espalda quedó descubierta frente a mi ella temblaba asustada y sus heridas no le dolían tanto a ella como a mí, no eran tan grandes ni profundas no dejarían cicatriz como la que ya ella tenía en la espalda. La curé no sin sentirme culpable cada vez que se estremecía al ponerle el algodón con alcohol solo tenía dos heridas que sangraban las demás eran pequeños rasguños tenía suerte de que aquel enorme espejo que se quebró en su espada no hubiera provocado más daño. Coloque curitas en sus heridas más profundas y cuando estaba lista comencé a dejar besos suaves en su espalda al principio el contacto de mi boca pareció sorprenderle pero se acostumbro muy rápido no había malicia alguna en mis besos ni tampoco deseo sexual de ningún tipo ella estaba sentada con las piernas cruzadas yo detrás con ella entre mis piernas solo quería protegerla y me odiaba por no haberlo sabido hacer cuando Dionisio le puso la mano encima ella con sus manos se cubría los senos y yo después de besar toda su espalda acaricié con mi dedo índice aquella cicatriz que tenía en su espalda y por la que nunca me había atrevido a preguntar, estaba invadida por un sentimiento de tristeza al verla tan indefensa frente a mi de aquella niña caprichosa y altanera no había nada en ella hoy, entonces sus palabras me sacaron de mis pensamientos.
- Fue cuando estaba muy pequeña (me dijo como si pudiera leer mis pensamientos) tenía como cinco o seis años los árboles de tajy recién habían florecido y yo quería una de esas hermosas flores para mí mamá Valentín que al parecer por su edad era más sensato que yo me dijo que no lo hiciera pero yo decidí subir el árbol para alcanzar una de sus flores cuando estaba ya muy alto y mientras Valentín no dejaba de gritarme que me iba a caer me resbalé y caí sobre una piedra filosa que estaba en el suelo había mucha sangre, y yo con mi inocencia pensé que me iba a morir fueron las cuatro puntadas más dolorosas de mi vida porque no pude conseguir la flor para mí mamá.
Cuando llegamos del hospital mi papá me regaño mucho frente a mis hermanos supongo quería asustarnos para que ninguno lo volviera a hacer, decía que si esa piedra en vez de golpear mi espalda hubiera golpeado mi cabeza estaría muerta. Luego me castigo y me envió a mi habitación.
-y tu mamá? Ella no dijo nada?
-No, apresar de que yo le dije que solo quería una flor para ella en ese momento no dijo nada supongo que respetaba demaciado a papá para restarle autoridad. Pero aquella noche cuando estaba por quedarme dormida la escuché llegar a mi habitación, saco un abrigo de mi armario y me dijo ven tengo algo que enseñarte.
-y que te enseño?
-Me trajo hasta aquí, me mostró las copas de los árboles en su máximo esplendor y recuerdo que me dijo que las cosas más bellas de la naturaleza no se podían llevar en una caja a casa que solo se podían apreciar ahí donde estaban, los atardeceres, la luna, el sol, las flores eran el espectáculo más hermoso que podíamos regalarle a alguien y que solo las personas más sabias sabían apreciar esos regalos maravillosos que no podíamos llevar a casa. Recuerdo que señale las estrellas y le pregunté las estrellas también te las puedo regalar entonces? A lo que ella me respondió si también pero, corrió a bajar mi mano y me dijo las puedes regalar pero no las señales con tu dedo.
-Porque? Porque se pueden señalar.(estaba tan metida en su historia que no dude en preguntar)
- Me contó que cuando estaba pequeña su mamá mi abuela le había dicho que según una creencia popular todos tenemos una estrella asignada en el cielo que si por casualidad llegamos a señalar nuestra propia estrella está se apagaría y moririamos.
-vaya eso nunca lo había escuchado.
-Tampoco yo lo he escuchado en nadie más después de eso.
-crees que sea cierto? Digo si lo piensas hay tantas personas como estrellas y podría ser.
-No lo sé, pero lo que si se es que después de ella murió yo venía cada noche aquí a señalar todas las estrellas que podía antes de quedarme dormida, pensaba que si por casualidad lograba señalar mi estrella podría morir y encontrarme con mi mamá donde fuera que estuviera.
-Mi niña, lo siento tanto.
- este lugar era muy especial para mí mamá y para mí por eso no había dejado que nadie entrara aquí hasta que llegaste tú.
Sus palabras me llenaron de un cariño que no podría explicar esa sensación de sentirme digna de ese lugar que ahora entendía porque es tan especial me hacían querer quedarme a vivir aquí con ella. La tomé de la mano la puse de frente a mi y le puse otra blusa que yo misma había sacado de su armario cuando fui por el alcohol y el botiquín para curarla. Ya estaba más tranquila pero aún así no quería salir de aquí entonces la lleve hasta dentro del bote dónde yo me acosté boca arriba y a ella la acomodé sobre mi pecho de este modo su espalda se maltrataria, su cara estaba hundida en mi cuello mientras con mi mano acariciaba su cabello, está niña me tenía a sus pies no solo me gustaba la quería y eso es aún más fuerte y más peligroso.
-Althea.
-mmmm
-voy a hablar con tu papá y me voy a ir.
-que como que te vas a ir para donde?(me preguntó acelerada mientras despegaba sus cara de mi cuello rápido para verme a los ojos)
-Supongo que para mí país aún no lo sé, pero, no puedo hacerte esto. Mira por lo que estás pasando por mi culpa.
-mi papá me golpeó por ser lesbiana no por estar contigo.
-Lo sé pero, en parte es mi culpa.
-No digas tonterías y prométeme que no me vas a dejar no me vas a abandonar tu también.
Su voz y sus ojos me demostraban que estaba apunto de volver a llorar y yo no podía verla llorar de nuevo la amaba, ya no había vuelta atrás y de ahora en adelante haría todo lo que ella quisiera yo le pertenecía mi corazón era de ella.
-Me lo prometes (insistió)
-te lo prometo.
Con esto se tranquilizó y a los pocos minutos se quedó dormida posiblemente la pastilla que le di para el dolor le causó sueño.
Ahora tenía una nueva misión en mi vida y era cuidar a esta niña y quererla así ella prefiriera a Sara yo la elegía a ella y de ahora en adelante iba a estar con ella siempre de la forma que ella quisiera.
Y si había alguien a quien le regalaría las estrellas sería a ella cada noche por el resto de mi vida.
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Barcos De Papel
RomansaAlguna vez te has enamorado de un pecado? Althea la hija de mi marido me llevara a conocer lo real que puede ser el pecado de amar a quien no deberías.