Tricherie

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   Tseng te observaba alejado con una melancolía desconocida para él. Jamás se había permitido amar a alguien, su estilo de vida no se lo permitía, y ahora que por fin tenía una razón para respirar, se lo habían arrebatado. Tenía una necesidad que le carcomía la piel: Tenerte en sus brazos. Pero odiaba el hecho de que era un extraño para ti, y que en tus ojos veía el mismo temor que veía en todos los que lo rodeaban.

   —No estoy segura si debería ir con ustedes.

   Intentaron resumir lo más que pudieron en pocas palabras lo que había pasado en los últimos meses. En tu estado, sabían que no era prudente sobrecargarte de información.

   —Podemos ayudarte a que vuelvas a ser como antes—Sephiroth se reclinó en su asiento e hizo un ademán de tomar tu mano para tranquilizarte pero rápidamente la apartaste al percatarte de su acción. De inmediato sintió el rechazo, y odió cada parte de aquel extraño y nuevo sentimiento. Tenías la total libertad de rechazarlo, pero le parecía injusto que lo hayas hecho en contra de tu voluntad, que te hayan arrebatado tu verdadero sentir.

   —Tenemos la tecnología para poder hacer algo—Era lo único que se le ocurría.

   —Pero aún estaría en peligro—Moviste tus dedos nerviosa.

   —Te protegeremos—Se apresuró en decir el Turco.

   —Por lo que me cuentan, no lo hicieron, dos veces.

   Guardaron silencio. Los que eran los dos más poderosos de, posiblemente, toda Gaia, no habían sido capaces de proteger a la mujer que amaban y que ahora parecía haberse ido.

   —Al menos déjanos desintoxicarte por completo. Aún hay Mako corriendo por tus venas—Tseng se acercó a la mesa donde se habían reunido. Hubiera preferido que aquello fuera algo privado, pero Dio puso a sus hombres por todo el lugar y no se apartaron más de 3 metros de ti. Normalmente los obligaría a irse, a su modo, pero le habías pedido que no lo hiciera. Que Dejara a Dio en paz pues confiabas en él lo suficiente para saber que quería protegerte de ellos. — Luego podrás volver a tu vida aquí si lo deseas. No...—Hizo una pausa—No te lo impediremos.

   —Sé que puedes sentirlo, ese veneno recorrer tu cuerpo. Déjanos ayudarte. —Sephiroth sabía bien de lo que hablaba.

   Miraste tus manos. No te habías dado cuenta pero estabas temblando constantemente, como si tu cuerpo estuviera en alerta, sin mencionar el ligero dolor de cabeza que amenazaba con empeorar y pasar a ser algo más serio. Según ellos, tus ojos habían cambiado de color por todo lo que te habían inyectado y si no actuaban pronto, podrías sufrir una nueva recaída. Levantaste tu mirada y buscaste a Dio entre la multitud. Cuando lo localizaste, este te miró fijamente y asintió.

   Inhalaste profundo antes de hablar.

   —¿Saben quién hizo esto?

   Asintieron.

   —¿Y saben dónde está?

   —Es posible que haya vuelto a Shinra

   —Iré con ustedes—dijiste a continuación— Con una condición: Que yo mate a ese hombre.

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   El camino de vuelta al edificio había sido muy largo para ellos, y bastante extraño para ti. Por alguna razón, te sentías muy atraída hacia ellos, y eso lo hacía aún más incómodo. ¿cómo es que te sentías así ante unos completos extraños?
   Te sonrojaste fuertemente al pensar en lo que podría haber pasado entre ustedes en un pasado, y en el fondo esperabas recuperar todas esas memorias, pero se sentía raro confiar como si nada.
   En lo único que podías pensar con claridad era en si habías tomado la decisión correcta, y ellos en lo único que podían pensar era en cómo ayudarte a volver a lo que eras antes.
   Te hicieron cambiar de ropa: Falda color gris a medio muslo, medias, zapatos y un saco color negro. Dijeron que esa era la ropa que usualmente llevabas. Y te preguntaste a ti misma cómo era que sabían eso...

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2023 ⏰

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Ámame (Sephiroth/TsengxReader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora