Perdue

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—Tómala—Dijo Heidegger— Hazla desaparecer. No me importa cómo lo hagas, sólo hazlo— Sabía que le pisaban los talones y de seguro ya se habían dado cuenta de lo ocurrido. ¿Por qué no había tirado tu cuerpo a una de las fosas de Mako, como tantas veces lo había hecho ya? Se preguntaba.

Porque tenía miedo.

Las peores fuerzas de Shinra estaban tras él y sabía que lo hacían de forma extraoficial. Sin tener la aprobación de la compañía ni mucho menos del Presidente en si.

Heidegger se giró hacia ti. Sus hombres te habían dejado descansando apoyada en la pared y el suelo. Estabas tan mal que no sabía si despertarías del todo. Luego de sacarte de la enfermería te había administrado otra dosis de aquel fuerte componente, solo por si acaso, y tu cuerpo había convulsionado.

No podía llevarte a Mercado Muro. Don Corneo no podía hacerte desaparecer tan fácilmente. Ese desgraciado hubiera jugado contigo por varios días antes de deshacerte de ti como lo había hecho con muchas otras pobres chicas que eran obligadas a estar con él, y no había tiempo que perder.

—¡¿Me escuchaste, Dio?! —Gruñó.

El hombre lo miró confundido.

—C-considéralo hecho—Titubeó un momento.

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Sephiroth limpió la hoja de su Masamune con un paño que luego guardó en su bolsillo.

—Sabes que podemos pedirle ayuda al hijo del Presidente.

El SOLDADO esbozó una sonrisa.

—Mientras Shinra no se interponga—Respondió— haré lo que sea necesario para traer a _________ de vuelta.

—No te equivoques, también yo—Dio un paso al frente, pasando sobre el cadáver de Corneo—Pero tener aliados haría las cosas más rápido. Deberíamos volver a Shinra. Me aseguraré de que mis subordinados tengan un helicóptero listo.

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Ya lo había echo incontables veces. Su "gente" siempre volvía al borde de un coma etílico o a punto de sufrir una sobredosis, por lo que un lavado de estómago fue lo primer que se le ocurrió hacer a Dio.

Luego, te despojó de tus ropajes y pidió a una de las chicas que trabajaban en las maquina del casino que te dieran una ducha. Todas cubriendo su boca y nariz con un trozo de tela para no respirar lo que fuera que tuvieras. Aquella droga era tan poderosa que con sólo respirarla la gente a tu alrededor se sentía mareada.

Te bañaron en leche al menos tres veces hasta que el olor amargo ya había desaparecido. Te hicieron beber diferentes hierbas, y mucha, mucha agua, pues la sustancia que invadía tu cuerpo hacía que te deshidrataras a un paso preocupante.

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La noticia se esparció rápidamente. Incluso antes de que llegasen al edificio, la gente murmuraba a sus espaldas: aquellos hombres habían matado al encargado de aquel tan infame lugar.

La entrada estaba limpia, y el proceso de reconstrucción ya había iniciado pese a que sólo pasaron un par de horas.

—¿Están locos? — El pelirrojo cerró su libro, claramente indignado pero aún así lo hizo con delicadeza— ¿Quieren a Shinra contra ustedes? No podrían ganar.

—Me temo que Genesis tiene razón—Continuó Angeal— Una cosa es matar inversionistas—Miró seriamente a ambos hombres, como si intentase reprocharles— Y otra totalmente diferente es matar a una de las cabezas de Shinra.

Ámame (Sephiroth/TsengxReader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora