Tenía en su poder algo muy poderoso. Más allá de toda Materia creada en Shinra esto era especial. Podía noquear incluso a los fuertes SOLDADOs sin que se dieran cuenta en absoluto hasta que ya fuera demasiado tarde. Eran medidas desesperadas, si, pero no volvería a cometer el mismo error dos veces, no podía dejar que su persona fuera humillada de esa forma. Aunque era un obstáculo que dos personas poderosas dentro de Shinra estuvieran siempre pendientes de ti, y más aún el inútil hijo de quien era dueño de todo, y de todos.
El pequeño frasco que tenía en sus manos brillaba en un verde casi radioactivo, y era tan peligroso como se veía. Le informaron que al menos cinco científicos se desmayaron al inhalar los gases provenientes de las probetas mientras sintetizaban aquel componente. Luego de eso estuvieron dos días sin reaccionar del todo, sólo a los comandos básicos: Caminar, sentarse, recostarse. Había quedado en un estado catatónico del que les fue difícil recuperarse. Y eso era exactamente lo que quería.
Don Corneo recibiría por fin su tan ansiado pedido, y si llegasen a sospechar nuevamente de su paradero ya sería demasiado tarde y nunca volverían a verte.
Sólo una oportunidad, eso era todo lo que necesitaba.
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Poco a poco abriste tus ojos, sintiéndote tanto aliviada como cansada. Hacía tiempo que no dormías así de bien. Nunca habías sentido tu cuerpo tan adolorido como aquella mañana, sobretodo tus piernas. Levantaste tu cuerpo con ambas manos, habías caído rendida sobre la cama, ni siquiera tuviste tiempo de meterte entre las sábanas. Y aquel sueño...dioses, aquel sueño...
Moviste el resto de tu cuerpo a la orilla de la cama, y la sensación de tus piernas te trajo de vuelta a la realidad. Aquello no había sido un sueño, pasó realmente, en tu habitación, en tu cama...
Al palpar entre tus piernas, tu mano se retrajo con visibles fluidos entre tus dedos.
Maldijiste y rápidamente tomaste tu teléfono. No habían pasado tantas horas así que aún estabas a tiempo. tomaste las pastillas de tu velador y deslizaste una al seco por tu garganta.
Necesitabas una ducha.
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Reno ni siquiera eso el intento de detenerte, con sólo mirar tu rostro supo que no sería buena idea. En vez de eso abrió la puerta de la oficina y te dejó pasar.
Como esperabas, ambos estaban allí, revisando quien sabe qué papeles que te estaban ocultando desde hace días.
—¡¿Saben lo peligroso que fue eso?!
—Buenos días para ti también. —Dijo Tseng.
—¡No cambies el tema! ¡Saben bien lo que podría haber pasado!
—¿Sería tan terrible? —Preguntó Sephiroth.
—No lo sé, déjame pensarlo. Mi "novio" y yo tendríamos un bebé, y oh sorpresa, tendría el pelo negro o blanco cuando él es RUBIO. —Te cruzaste de brazo, incapaz de creer que los hombres frente a ti fueran tan irresponsables.
—¿Preferirías, entonces, que dejemos las cosas como están ? —Sephiroth se acercó a ti y tomó tu mentón con un dedo. El material de sus guantes produjo un escalofrío.
Él sabía, o se había dado cuenta por si sólo, de las pequeñas debilidades que tenías ante ellos dos. Aunque en la mayoría de las ocasiones habías tenido el control, ambos sabían que poco a poco lo cedías hasta quedarte por completo bajo sus ordenes.
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Ámame (Sephiroth/TsengxReader)
Fiksi PenggemarDos fuerzas mortales serían capaces de enfrentarse mutuamente con tal de tener algo tan simple como tu atención. ReaderxSephiroth/Tseng -Portada por El.Arte.De.Vero (IG)