Capítulo 3 - Shieda Kayn

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Shieda Kayn era el ser más arrogante que Raila había conocido. Kayn, quien tras recuperar el arma oscura viviente y luchar contra Rhaast por obtener su control, había regresado de Noxus cuando por el camino su destino se cruzó con el de Raila.

Oculto entre las sombras, observaba el cuerpo desnudo de la joven que bajo la lluvia se estaba lavando. Aquella figura delgada, con curvas bien definidas en sus caderas y pechos despertaron un ardiente deseo en él, sintiendo la necesidad palpitante de entregarse a ella por completo. Cegado por la imagen que empezó a formarse en su cabeza, donde él comenzaba por apartarle el cabello de la espalda y lo enredaba entre sus dedos mientras que con sus labios probaba el sabor de los suyos, dio un paso al frente y pisó una rama que crujió bajo sus pies.

Ella miró en su dirección pero no logró verle, pues Kayn rápidamente volvió a ocultarse. La chica emanó una oleada de poder repentina que impactó en Kayn y le hizo saber que no era para nada una joven cualquiera en medio de la nada. Esa fuente de poder le indicaba que era peligrosa. No podía permitirse dejar pasar la oportunidad de enfrentarse a alguien así y no demostrar cuan poderoso era. Así que atravesó las paredes del santuario y esperó la ocasión perfecta antes de atacar. En un rincón de la sala vio una bolsa de tela y al abrirla encontró los fragmentos de una espada. ¿Por qué alguien llevaría consigo algo así?, pensó. Notó una segunda oleada de poder y esperó a que la joven se pegase a la pared, antes de atacar.

Pero algo en su interior cambió cuando, encima de la joven y dispuesto a hacerle cualquier cosa, vio cómo algo en ella se rompía cuando dirigió la mirada a esos simples trozos de metal. Sus poderes menguaron unos segundos antes notar cómo algo bullía en su interior, casi como si fuese su propio corazón el que estuviese gritando. Un calor repentino bajo su peso comenzó a fluir y llena de ira, las manos de la joven comenzaron a arder. Algo confuso y sin saber por qué estaba haciéndolo, hundió las manos de ella en un charco para apagar las llamas y la liberó.

El jamás dudaba. De niño, fue enviado a la guerra junto a otros niños que no  dudaban en levantar el acero ante lo que tuviesen por delante, aunque en ocasiones se lo cuestionaban si se trataba de inocentes. Kayn se encontraba en medio de aquel caos cuando arrojó su arma al suelo y ante la mirada del resto, que pensaron que saldría corriendo, recogió una hoz y comenzó su cacería. Más tarde, el líder de la Orden de la Sombra lo encontró allí de pie y viendo su potencial, lo convirtieron en uno de los suyos.  Siempre destacó por su ferocidad, su habilidad para hacer uso de cualquier arma y su insaciable sed de poder. Por esa razón, no logró comprender qué le estaba sucediendo en este momento. Totalmente paralizado, no fue capaz de moverse del sitio, y derodillas en el barro miró cómo corrió hacia los fragmentos que rápidamente sellevó al pecho y entre lágrimas comenzó a envolverlos de nuevo.


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