Kayn estaba furioso, después de tanto tiempo ver que Yone aparecía de nuevo en nuestras vidas no le hizo la menor gracia. Aunque en el fondo se imaginaba el motivo por el que Yone se fue, no lo pudo confirmar hasta pasados unos días, cuando se me revolvía el estómago y me la pasaba vomitando y acostada. Así fue cómo me enteré que estaba embaraza, una noticia agridulce pues aunque por un lado me sentía dichosa, por el otro me sentía la persona más triste del mundo.
Desde que Kayn cruzó el umbral de mi hogar, se había preocupado por hacerme sentir bien, escucharme cuando lo necesitaba, animarme y apoyarme en todo momento hasta que estuviese preparada para seguir con mi vida. Pero comencé a sentir un gran afecto por el con el tiempo y me permití amar a otra persona de algún modo.
Me fijé en que Yone tan solo estaba usando una de las dos espadas pero no contraatacaba a Kayn, más bien bloqueaba todos sus golpes, sabiendo que tenía todo el derecho del mundo a descargar su furia sobre él. Como no era la primera vez que ambos se enzarzaban en una pelea, supe que no había forma alguna de llamar su atención usando la voz. Así que junté un poco de energía y usando el elemento de la tierra, hice que varias raíces surgieran del suelo y se enredasen en Kayn hasta que este se calmase. Ambos sabíamos que con un simple movimiento podía liberarse pero era la única manera de detenerlo en ese momento. Yone y Kayn se quedaron completamente quietos, tan solo se escuchaba la respiración agitada de ambos.
Estaba a punto de acercarme a ellos cuando sentí un dolor punzante que me dejó sin respiración. Sentía cómo la criatura que llevaba dentro de mí me pedía auxilio, algo no estaba bien. Mi energía... era como si la hubiese agotado por completo, no la sentía. Noté humedad entre mis piernas y para cuando miré al frente, Kayn se había soltado y junto a Yone acudieron a sostenerme antes de caer de rodillas. Me llevé una mano al vientre... noté unos movimientos débiles. Comencé a temblar. Sentí otra punzada de dolor desde los pies a la cabeza y grité tan fuerte que noté cómo los dos hombres que más quería me sujetaron aún con más fuerza. El tiempo se había agotado, me estaba reclamando.
Kayn me acostó en la cama y me soltaba el yukata deprisa, no pudo ocultar en sus ojos el temor que sentía cuando la sangre comenzó a manchar las sábanas. Tenía mucho miedo, mucho frío.
—Yone, rápido —le dijo Kayn, al tiempo que me sujetaba una mano y yo se la apretaba.
Yone urgaba en la pequeña botica de la cocina buscando algún tipo de medicina pero no encontró nada útil, así que regresó a la habitación.
—Kayn, ¿queda algún médico en la aldea?
—No llegarías a tiempo, no puedes irte.
¿Qué estaba pasando? Asustada busqué consuelo en los ojos de Yone, que rápidamente acudió a mi lado y me tomó de la otra mano.
—Necesita ayuda, Kayn. No quiero ver...
—¡No hay tiempo, es demasiado tarde! —le gritó.
El dolor no cesó durante un buen rato. Empujé y empujé, hasta sentir que cada uno de mis huesos se rompía. Grité, lloré, supliqué. Ninguno de los dos se fue de mi lado.
En un momento dado, Kayn me soltó de la mano y entre lamentos me suplicó que siguiese empujando. Yone me apretaba la mano con más fuerza. Y entonces... entonces la vi. Tan pequeñita. Y sentí que el mundo se desvanecía cuando Kayn la envolvió y no le hizo falta decirlo para que Yone y yo lo supiéramos. Yone se acercó y la tomó entre sus brazos, las lágrimas le brotaron a pesar de tratar de contenerlas y ambos lamentamos profundamente nuestra pérdida.
Me incorporé como pude entre las almohadas con ayuda de Kayn y Yone me acercó a la niña para que pudiese sostenerla en mis brazos unos instantes antes de reunirme con ella. Era el ser más precioso que mis ojos jamás hubiesen visto nunca. Y entonces, sentí como el viento susurraba mi nombre, la tierra me acariciaba, el agua recorría mi cuerpo y el fuego quemaba mis recuerdos. Todo se volvió negro y el dolor desapareció, para siempre.

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Cinta Roja
FanfictionRaila encontró un padre en su maestro Axia, quien la crió desde bebé en una aldea de Jonia. Una tarde vio a un chico que practicaba con las espadas y quiso imitarle, aunque le costó un par de intentos llamar su atención. Así fue como conoció a Yone...