Una Rosa Diferente

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Coriolanus abrió los ojos, de forma metafórica... como literal.

Su cuerpo semi desnudo permaneció inerte un buen tiempo admirando aquel techo imposible de olvidar.

Su mente estaba en blanco, como si acabase de despertar de un profundo sueño después de días en vela, podría dejar en conclusión por las fugaces imágenes aún capaces de proyectarse en su mente que en verdad que venía de sepultar a alguien: a su antiguo yo.

...

Por alguna razón esa sola idea le pareció desesperante, como el vago recuerdo de una pesadilla de la cual acaba de salir. Aún así, seguía tranquilo, solo dejando escapar un suspiro lleno de fastidio. En retrospectiva era algo justificable, el aumento de sueños como estos era indicio de quizás una mala alimentación. Pese a ser de alta cuna Coriolanus Snow quien presumía de gran lujo y vida próspera no tenía donde caer muerto, pero quién por fortuna hace honor a su nombre y así como la nieve puede ocultar las pistas de un crimen, con astucia él podría esconder con gran habilidad el crimen de la lastimera situación en la que su familia había quedado tras la guerra lo que facilitaba y complicaba con la misma fuerza su objetivo actual: la supervivencia, y con ello y cumplido: la gloria.

Era extraño, algo se sentía extraño, y la desesperación previa paso de ser momentánea para convertirse en una pulsante angustia.

Después de lo que pareció ser unos largos minutos su mano fría paso por su rostro para despertarse adecuadamente, cuando en la vivienda empezó a sonar el himno del capitolio orquestando la inquietud en su pecho por fin un impulso lo levanta de la cama, casi en un salto permitiendo que esa energía cargada explotará en algo de utilidad.

Según lo había planteado la academia, aquel día debía arreglarse pulcro, con elegancia, formalidad y eso era un problema contemplando que lo más cercano a aquello era utilizar la vieja camisa de su padre ya fallecido, sin embargo el tiempo no perdona y lo que podría se una útil prenda no había servido en su momento ni para ser vendida o intercambiar por suministros en tiempos de cruel hambruna, no obstante su amable prima Tigris se había ofrecido para ayudarlo y Coriolanus no podía hacer más que confiar en ello.

Snow paso por los pasillos y cuartos de las ruinas de una hermosa mansión, que se destruye poco a poco con esperanza de resurgir.

Abuelatrix al encontralo le trato y recibió como siempre, intercambiaron un par de palabras en las que ella con total confianza ponía en los hombros de quién apenas era un adolecentes el peso de un apellido y legado que mantener y empoderar

Los sucesos siguieron como es debido al piel de la letra, todo como si fuera la primera vez.

– "¡Cuéntamelo todo!".–Exclamo cuando Tigris llegó con las buenas nuevas de una camisa blanca, reparada y perfecta para el evento, salvandolo de su pequeño intento de una excusa patética a último momento sobre encontrarse mal de salud y con la que seguramente se perdería una grandiosa oportunidad.

Todo sucedió como era debido y se había escrito.

Coriolanus ya se encontraba en la academia, evitando a Sejanus, como a la torpeza de sus compañeros que pudieran enemistaron públicamente con alguien a quien apenas toleraba, aunque cualquiera pudiera ser candidato para ello si poseía rasgos como una nefasta arrogancia acompañada con la ignorancia, una vida por completo sencilla, a la cual irónicamente con misma magnitud aspiraba, incapacidad de distinción o quien simplemente lo desprecie de vuelta. Curiosamente el joven de los Plint no podría ninguna de esas cualidades, salvó en ocasiones una magnífica estupidez respaldada de una valentía palpante que no en los mejores momentos surgía, eso y que él malagradecido vivía los lujos y riquezas que deberían corresponder a los Snow.

El encuentro al final fué inevitable pero no sería lo peor de aquel día, lo peor vendría durante la misma ceremonia que tanto ansiaba.

Tras la desfavorable noticia de que como requisito extra ahora debería ser mentor responsable de un niño del distrito que participará en los decimos juegos del hambre para encontrar la forma de aumentar la audiencia de los mismos, algo por los que parecía regirse el capitolio pero al final de cuentas no puede juzgar si todo en este mundo es monetizable, y para ello no hay una pauta establecida, o un código que dicte las características que debe cumplir en este "proyecto escolar" al cual apegarse para ser el mejor. Todo esto quiere decir que aún entre 24 jugadores si tuviera la fortuna de tener un ganador no quedaba garantizado su propio logro, todo su esfuerzo a lo largo de los años, el sacrificio de su niñez, el sacrificio de su familia por mantenerlo vivo ahora dependía de un completo desconocido y marginado de...

– El jugador del 2 es para Sejanus Plint

Si Snow no fuera un excelente actor estaría sacándose los ojos en este momento... Bueno, aún quedaba el distrito 11, pero las posibilidades cada vez se hacían menos y toda su esperanza se acabó cuando el último hombre del distrito 11 fue asignado a su compañera.

En este punto era más que claro que había ventajas por apellido e influencias económicas. El ganador de estos juegos del hambre aunque podría ser una ventaja para él ya había sido arrebatado, vendido, empaquetado y destinado para las descuidadas manos del mismísimo Plint junior.

-Oh, esto te va a encantar. - Anunció Casca, sacándolo de su trance y haciéndole abrir de nuevo los ojos que había cerrado por un momento por frustración y desesperanza y así ser una furia interior sin exponer esa versión de él ante nadie, impidiéndole nacer pero que continuaría gestándose bajo la influencia de este tipo de personas detestables.

"Dudo que sea una sorpresa de mi agrado a este punto" pensó en sus adentros el joven Snow mirando a la enorme pantalla frente a él con un toque de resignación, pero de pronto, la vista le falló, de aquel gran televisor una luz inexplicable distorsionaba su imagen y aparto la vista con dirección a sus compañeros asombrado pues parecían no ser afectados en lo absoluto de esta anomalia, ¿Acaso su vista estaba fallando? Imposible, al redirigir su visión al resto de personas y objetos a su alrededor se percató que el extraño acontecimiento parecía ocurrir cuando dirige su vista al espectáculo transmitido al cual, aunque provocaba un dolor de ojos y cabeza observar, ahora se encontraba en busca de más, forzandose a aclarar la vista frente a él.

Cuando algo duele, cuando algo incómoda y causa inquietud lo natural es apartarse para evitar la agonía, no obstante Coriolanus se volvió necio e ignorante de un momento a otro, impulsado por el extraño deseo de continuar.

– Su tributo de la cosecha, Katniss Everdeen, del distrito 12, es toda tuya, señor Snow. – Sentenció con el mismo impacto de un juez ante un criminal y al mismo tiempo la imagen que presenciaron sus ojos por fin se aclaró.

EL CANTAR SIN VERSO DE LA NIEVE Al LLEGAR INVIERNO - CORIOLANUS SNOW ¿HAREM?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora