Golpe De Realidad

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Le dolía la cabeza: estaba herido. Con la yema de sus dedos podía sentir aún la costra apenas hecha de unas horas y al tocar la zona aún se sentía sorprendentemente caliente. Pero sobre eso, del insignificante dolor físico por el impactante golpe, le dolía el orgullo y estaba por completo irritado. Día tras día enfrentaba cierto coraje por algo o con alguien, ¿La vida de reencarnación era tan frustrante?, ¿A este punto de su vida debería cambiar su nombre como el desagradable Casca? A él sería por honor a cascarrabias.


Dejo de tentar su cabeza, ya asegurado de que no salía ni una gota de sangre pero al apartar su mano sus labios se apretaron ahogando un gemido por la intromisión de los dedos de alguien que no deseaba lastimarlo, no aún al menos, pero lo hacía con su desesperación al examinarlo.


— Tigris, está bien. No moriré por un golpe. — Hablo suavemente buscando calmar a la pobre joven.


— ¡Una piedra Coryo!, ¡Una piedra!, ¿Podrías fijarte dónde caes la próxima vez? No seas confiado por qué...


— Los Snow siempre caen de pie. — Dijeron al unisono


— Una simple piedra no me matara. Creeme, no lo digo desde la ignorancia, ser confiado es lo último que me puedo permitir ser ahora.


Tecnicamente Coriolanus podría morir por una flecha, el propio veneno y la ira contenida del mundo. Algo tan poderoso lo mataría en el futuro, aunque era uno lejano, o quizás no tanto considerando ahora debía hacer triunfar al sinsajo de su perdición.


¿Su consuelo? No era algo insignificante. Incluso debía admitir bajo de su frustración lo poético en aquella "justicia" karmica.


Su prima por fin dió un suspiro, pero lejos de deberse a la tranquilidad percibió algo más. Supo se vendría un posible represalia, advertencia o algo a lo que debía poner atención cuando acaricio con cuidado sus rizos un poco más y tomo una silla para sentarse frente a la que él usaba. Era extraño...


Hace tanto tiempo que su relación había cambiado por completo en un punto sin retorno, pero al encontrase con esta joven, dulce, frágil, soñadora y esperanzada versión de Tigris una vez más fué como si todo fuera nuevamente como debió ser.


— Coryo... No tienes que ponerte en peligro de ninguna manera. Se que te sientes presionado por obtener el premio Plinth. — Tigris sonreía, pero no era una sonrisa cínica como las acostumbradas a las del capitolio, no, era una llena de ternura, llena de... Compasión.


— Es mi deber, Tigris, es mi destino. Nadie nos podrá volver a quitar lo que nos corresponde. — Respondió casi de inmediato , con un tono de voz igual de suave pero ¡Diablos!, ¿Habrá sonado demasiado para ella? Al final de cuentas lo dijo sin mucho pensar. Era aterrador como la nostalgia afectaba la mente pero algo le quedaba bien claro: Aún recuerda que pese a su noble corazón su prima realmente era igual de ignorante que un niño, llegando a reducirse cuál tapete para evitar conflictos. Al menos no era altanera y estúpida como Sejanus.


— Hay muchas formas de llegar a un destino.


EL CANTAR SIN VERSO DE LA NIEVE Al LLEGAR INVIERNO - CORIOLANUS SNOW ¿HAREM?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora