Secretos - Parte III - Seducción.

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✨✨Feliz navidad ✨✨

Thomas Shelby estaba sentado en su despacho, sosteniendo la taza de café delante de él, no había bebido ni siquiera un sorbo, era el cumpleaños de Grace, no había querido despertarla antes de salir de la casona, la situación se veía más oscura que nunca en su matrimonio, habían sido semanas pesadas, meses de arduo trabajo, y ella ya había dejado de ser comprensiva.

Sus pensamientos se desviaron hacia Elizabeth Ferrata, y el segundo en el que la había visto por primera vez, sentada en el escritorio, sin siquiera notar que el había puesto sus ojos sobre ella de inmediato.

Se giró en su bergere para verla a través del cristal de su pared, sentada muy derecha en su silla delante del escritorio, hoy llevaba un traje de sastre de color opalo, y aquella blusa blanca de organza con la que la había conocido, sin duda una mujer hermosa, con una personalidad encantadora y una presencia que había llamado su atención desde el momento en que la vio.

Sabía que no debería estar pensando en ella de esa manera, especialmente porque estaba casado, y enamorado, pero no podía evitar sentir una atracción por ella. Se sentía culpable por tener esos pensamientos, le era imposible negar que la presencia de Elizabeth lo hacía sentir mejor, digno de atención, se preocupaba por él aunque sólo fuera porque era su jefe.

Se levantó de su silla y caminó hacia la ventana, dejando la taza de café en su escritorio. Desde allí podía ver las calles de Birmingham, la ciudad ahora era toda suya, los hermanos Shelby y los peaky blinders eran amos y señores de todo.

– Empresa hermanos Shelby, oficina del señor Thomas Shelby buenos días – Saludó Elizabeth contestando el teléfono sobre su escritorio – ¡señora Grace! Permítame desearle un muy feliz cumpleaños.

Gracias Elizabeth ¿Mi esposo está ahí?

– Lo buscaré de inmediato, señora – Anunció levantándose con rapidez para tocar a la puerta de la oficina – Señor, su esposa está llamándole.

– ¿Me la pasas?

– Si claro, permiso – Entró a la oficina haciendo sonar los tacones en la carrera desde la puerta al escritorio para tomar el teléfono – Señora Shelby, aquí está – Dijo estirándole el teléfono a su jefe quien tomando la llamada se sentó en su bergere, agradeciendo a Elizabeth, que salió de la oficina cerrando la puerta.

– Hola cariño.

Había estado trabajando duro los últimos meses, la señora Frutz se lo había advertido, pero no pensó que ser una simple secretaria le diera tanto trabajo, los pies le dolían por estar corriendo todo el tiempo con la intención de no tardar un solo segundo en cumplir cada petición de su jefe.

No podía negar que Thomas Shelby le había parecido un hombre muy apuesto la primera vez que lo vio, el azul profundo de sus ojos la había puesto nerviosa.

El hecho de que estuviera casado, y conociera a su esposa e hijo, por las variadas veces que ambos habían visitado la empresa, la habían alejado del camino de pensar que Thomas Shelby era un hombre apuesto, quizás no tan apuesto como lo era John.

Tecleó rápidamente en su máquina de escribir mientras ponía atención a la reunión de socios que se llevaba a cabo en el enorme salón de reuniones donde ella misma había dispuesto en la mesa variados bocadillos, preparado mucho café, y limpiado perfectamente. Los ejecutivos hablaban tratando de solucionar las exportaciones, y como sus ganancias e inversiones corrían peligro con el bloqueo de Estados Unidos.

Levantó la mirada cuando la puerta de la sala se abrió, un frío gélido se deslizó por su garganta al ver a John Shelby entrar abruptamente a la sala de reuniones envuelto en su trajes de tres piezas, el menor de los tres pareció contener la respiración al verla, lamiéndose la boca nerviosamente.

La secretaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora