Duda - XIV - La cicatriz que no sana.

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Jueves!!!! Jueves, jueves!!!!

🎶Se nos rompió el amor, de tanto usarlo, jamás pudo existir, tanta belleza.
Las cosas tan hermosas, duran poco, jamás duró una flor, dos primaveras 🎶

🔮🔮🔮🔮🔮🔮🔮🔮🔮🔮

Se apresuró a llegar a la planta baja, apenas pisó la madera se dio cuenta de que sus tacones se habían quedado en el armario de Grace, observó hacia el salón principal para ver a John con las mangas arremangadas de la camisa hasta los codos, llevaba un chaleco de gillette de color celeste, al igual que los pantalones.

Se giró, su rostro cambió cuando la vio, un aire triste se posó sobre los ojos azules que la observaron con atención, se sacó las manos de los bolsillos del pantalón, acercándose a la mesa para luego caminar hasta ella con un ramo de flores en la mano izquierda.

Se sintió como escoria al verlo acercarse a ella con la mirada baja y el cabello peinado hacia atrás, parecía que se había puesto guapo solo para ella, los ojos se le llenaron de lágrimas.

Lo que había pasado con Solomons había sido completamente consensual en su matrimonio, pero aquello que no había sucedido con Thomas, estaba calándole por dentro ¿Cómo podía montar semejante espectáculo a su esposo, cuando había permitido que aquella situación llegara a estar tan tensa con su cuñado?

Lo vio acercarse, con el ramo de lavandas y pequeñas flores blancas, llamadas velo de novia, los tallos de las flores estaban amarrados con una delgada cinta de organza blanca, parecía que el mismo había recogido las flores que le colocaron un nudo apretado en el pecho.

Lo que había hecho John había sido una estupidez, un desliz.

Lo que había permitido ella era traición.

Una muy baja.

Dio un par de pasos hasta su esposo, y antes de que él levantara la cabeza hasta ella se colgó de su cuello, sintiendo como su cuerpo temblaba tratando de no estallar en llanto, el arrepentimiento de haber estado al borde del abismo la castigaba, se deslizaba por su cuerpo como las suaves olas lamían las piedras del lago el día en el que se habían casado.

Sintió las manos de su esposo estrechándola con fuerza, levantándola del suelo en un abrazo que, a todas luces, había deseado desde que todo había pasado.

– Por favor perdóname – Susurró contra su cuello mientras ella trataba de contener el llanto lo más posible.

– Lo siento – Se disculpó Elizabeth apoyando los pies en el suelo cuando él la bajó – disculpame, está mierda, estoy harta, ya no más, perdóname – Balbuceó sintiendo las manos de John sobre su rostro.

– Ya amor – La consoló acercándola a él para abrazarla nuevamente – Todo está bien, todo está bien mi amor.

– ¿Lo hiciste tú? – Preguntó tomando el ramo mientras se secaba las lágrimas con el pañuelo que su esposo le había extendido.

– Si – Sonrió un tanto avergonzado – no está tan bonito como los otros pero...

– Está perfecto – Sonrió observando de cerca las flores – es mi favorito.

– Ten – La voz de Thomas se alzó a sus espaldas extendiéndole los tacones a John, quien le agradeció con una sonrisa.

– Vámonos a casa.

– Tommy nos invitó a cenar, Alfie está aquí – Contó con una sonrisa, aquella sonrisa inocente le rompió aún más el corazón, se apoyó en el hombro de su esposo para colocarse los zapatos.

La secretaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora