Esperó a que todos bajaran del tren, no estaba apresurada, al menos no del todo, el ruido afuera de la estación era bastante, y las personas iban y venían cargando maletas, y cajas, cajas y maletas, levantó el ala de su sombrero color caqui con un lazo de seda morado para observar la estación con atención.
La dirección estaba anotada en un papel arrugado en su mano derecha, suspiró volviendo a tomar la maleta negra, mientras se acercaba al enorme mapa de la ciudad emplazado sobre una de las paredes principales del enorme salón donde los viajeros se congregaban para ir y venir.
Sus tacones hacían ruido en la cerámica blanca y negra, había estado en Birmingham una vez hace diez años, cuando había viajado con su madre desde Londres para pasar el fin de semana en la ciudad, y hace solo un mes cuando viajo únicamente para rentar el departamento, un par de días después del funeral de su padre.
Se quedó de pie frente al mapa, estirando el papel arrugado en su mano para leer la dirección, siempre le había costado ubicarse, las calles, los puntos cardinales, el norte esta al frente si le das la espalda a donde sale el sol.
¿Así era?
Su padre intentó muchas veces enseñarle ese tipo de cosas, acampaban dos fin de semanas al año, pero ella prefería flotar en el lago que colocar agujas sobre las hojas en el agua para encontrar el norte.
Buscó el nombre de su calle entrecerrando los ojos para ver bien en las letras de los suecos dibujados que representaban las avenidas, mientras la mano derecha se metía en el bolsillo del traje para buscar los lentes de lectura.
Sería mejor pedir indicaciones.
– ¿Necesita ayuda?
La voz masculina la hizo girar suavemente, topándose de frente con el alto hombre que se encendía un cigarrillo, las numerosas pecas en su rostro le daban un aspecto agradable, pero el semblante serio le resultaba intimidante.
– Me ayudaría mucho, buenos días. – Sonrió acercándose a él cuando lo vio dar un paso hacia al mapa.
– ¿Qué calle busca?
– Cumberland – Respondió acercándose lo suficiente para que sus hombros se tocaran por unos cuantos segundos, a ella no le molestó la cercanía.
Mucho menos a él.
Un traje de tres piezas en lanilla azul resaltaba los azules ojos, lo vio de reojo con atención, la chaqueta de Gillette tenía una doble hilera de botones forrados en la misma tela áspera a través de los que una cadena dorada se metía al bolsillo de ojal donde guardaba el reloj, la tela le quedaba perfecta, un traje hecho a medida.
– Es bastante cerca, puedes llegar caminando – Dijo bajando la mirada para ver los delicados zapatos negros, tenía las piernas envueltas en medias negras – Aunque me temo que sus lindos zapatos podrían arruinarse.
El comentario del pecoso hombre hizo que ella bajara la vista a sus tacones al tiempo en que subía el velo del sombrero para engancharlo en el ala, la sonrisa en el rostro del hombre se expandió al encontrarse con los grises ojos.
– Ay mierda – Exclamó pululando la vista sobre las pecas en sus pómulos – Es usted preciosa – la halagó llevándose la mano a la boca del estómago al sentirse cálido.
– Muchas gracias – Sonrió colocándose el dorso de las manos sobre las mejillas – Soy Elizabeth Ferrata.
– John Sh...
– Johnny ya hay que irnos – Lo interrumpió un alto hombre desde el otro lado de la sala, su interlocutor asintió.
– John Sthorne – Mintió con descaro – Ya sé que vive en la Calle Cumberland. Me encantaría llevarla yo mismo hasta allá.
ESTÁS LEYENDO
La secretaria
Fiksi PenggemarElizabeth Ferrata y John Shelby se han casado, por amor, pero los desafíos han puesto su matrimonio en aguas turbulentas. Mientras Elizabeth permanece como la secretaria y mano derecha de su cuñado, Thomas, podrá sobrevivir a todos los percances sin...