𝟘𝟙

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Disfruten!





















































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- ¡Me tenés cansado Julián! -

El castaño se achicó aún más contra su asiento. Miraba por la ventana del auto para escapar de la expresión enojada de Agustín.

- ¡Siempre lo mismo con vos! - Continuó vociferando el mayor sin despegar su visión del camino. - No puede ser que por cada mina que me hable me hagas problema Julián -

Eso sí que colmó la paciencia del castaño, porque estaba harto de recibir siempre el mismo trato por parte de su novio, como si él fuese un loquito tóxico y manipulador.

Siempre era la misma secuencia. Agustín se le tiraba descaradamente a cualquier minita que le diera un mínimo de atención, sin importarle que el cordobés estuviese presente. Entonces el castaño le reclamaba; Palavecino negaba todo y le decía que era un tóxico de mierda; se peleaban por unos días y después volvían. De verdad, el menor buscaba entender la razón del actuar de su novio, porque no le creía para nada eso de que "no se daba cuenta".

Hoy había llegado a su límite, porque resulta que fueron invitados al cumpleaños de una de las primas del mayor, y asistieron a la fiesta con gusto. Obviamente hubieron trago de más, pero Julián no tomó lo suficiente como pasar por alto el hecho de que su novio estaba hablando muy de cerca con una chica rubia que no tenía idea de dónde había salido. No era paranoico, pero al ver que ambos estaban tan cerca, casi a punto de besarse, tuvo que acercarse e intervenir.

Lo peor fue lo que escuchó al estar a unos pasos de ambos, un "¿Estás soltero?" de los labios pintados de rojo, seguido de un "Sí, hermosa" de la propia boca de Agustín.

No se esforzó por hacer un escándalo, no quería arruinar una fiesta que no era suya. Así que simplemente giró en su lugar, y se alejó de la escena.

En su camino a la salida de la casa se cruzó con sus suegros, y se despidió de ellos con una sonrisa incómoda bajo la excusa de que su madre había tenido una emergencia y lo necesitaba en casa lo antes posible

Supone que alguien debe haberle dicho a Agustín que se fue, porque pasaron dos minutos desde que pidió un uber, y ya lo tenía detrás suyo cuestionando por qué se iba. Bastaron unas palabras cortantes y miradas filosas por parte del cordobés, para que ambos se subieran al auto de Palavecino y se alejaran del lugar.

Julián supo que el mayor sería el primero en quejarse, pero la caradurez de este lo sorprendía cada vez más.

- ¿Vos me estás jodiendo Agustín? - Giró su cabeza y le dedicó su mejor mirada de muerte. - Le decís a la trola esa que te estaba poniendo las tetas en la cara que "estás soltero" y resulta que yo soy un tóxico de mierda, ¿No? - Sin darse cuenta comenzó a gritar, pero ya había empezado a su descargo y no iba a dar marcha atrás. - ¡Sos un hijo de puta Agustín! Las que te vengo aguantando desde hace muchísimo tiempo para que vos me salgas con esta gilada ahora -

- ¡No te hagas el inocente pedazo de trola! -

El castaño saltó en su asiento por el grito ajeno. Podía ver la vena hinchada en la sien ajena y los nudillos blancos por la fuerza que ejercían sobre el volante. Por primera vez en todos sus años juntos, sintió miedo.

- ¿Vos te pensas que no me doy cuenta de cómo miras a tus amiguitos? ¿Eeeh? - Y ahí estaba de nuevo, ese tono venenoso que hace tanto tiempo no escuchaba. Desde su última separación para ser más específicos. Ese que el contrario usaba para rebajarlo y herir su autoestima. - Debería darte vergüenza la manera en la que le moves el orto a los cordobeses esos cuando los tenés cerca -

ᴀᴍᴀɪɴᴀʀ / ᴀᴜ! ᴇɴᴢᴜʟɪᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora