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El viaje hasta la bonita cafetería del centro que Enzo había elegido, fue el más incómodo de su vida. No solo porque el menor se había puesto completamente tenso cuando quiso saludarlos con un beso, también fue porque durante todo el trayecto Enzo no emitió ni una sola palabra, ni mucho menos una mirada en su dirección.

Las primeras palabras que le había dicho aquella tarde fueron "Busca una mesa que yo voy rápido al baño". Julián no recordaba cuándo fue la última vez que se sintió tan incómodo con una persona a la que conocía tan bien.

Cuando el morocho regresó del baño, una mesera se acercó para dejarles las cartas y se retiró después de avisar que volvería en unos minutos.

El castaño tomó el pequeño cuaderno y lo abrió, dejando ver una gran variedad de palabras y números a los que no les estaba prestando atención realmente. Porque ahora el chico frente a él parecía dispuesto a mirarlo lo más fijo que le fuese posible.

- Uhm, ¿Qué vas a pedir? - Preguntó después de toser para eliminar sus nervios.

- Lo mismo que vos pidas -

Mordió su labio con fuerza para aguantar la decepción, su intento de incitar a Enzo a iniciar una conversación había fallado. De alguna u otra manera, y aunque no le gustaba comparar, aquella situación le recordaba a las veces que peleaba con Agustín. Los momentos tensos después de cualquier discusión donde Agustín se dedicaba a mirarlo, esperando a que él fuese quien emitiera la primera palabra o tuviese la iniciativa de hablar.

Quiso apartar esos pensamientos al instante, porque de nuevo se repetía que Enzo no era él. Enzo lo quería, lo valoraba, y sobre todo, Enzo no lo decepcionaría.

La mesera volvió a aparecer en su campo de vista, y con una sonrisa forzada le pidió dos meriendas completas. Suspiró con fuerza y miró a los ojos brillantes del menor, que no habían dejado de observarlo en ningún momento. Y por desgracia para él, la intensidad que guardaban los iris ajenos consiguió robarle el aire en un segundo. Siempre le resultaría increíble el hecho de que Enzo con una simple mirada pudiese poner a temblar hasta la célula más pequeña de su cuerpo.

- Amor... ¿Me podés decir qué es lo que te pasa? - La preocupación se escuchó detrás de cada palabra y aunque no quiso que sonara como una exigencia, supo que falló cuando el rostro serio del morocho se desarmó y dejó ver una expresión de pena.

- Perdón... Perdón por preocuparte así - El otro se enderezó en su silla y puso las manos sobre la mesa. - Estuve re bajón ayer y me encerré en mi mismo, no me dí cuenta de que eso te iba a preocupar - Enzo buscó la mirada del castaño y le encontró al instante. - Pero tengo mucho miedo Juli - El menor estiró sus manos en su dirección y Julián entendió el mensaje al instante. Sus manos se posaron sobre las ajenas y este las sujetó al instante. - ¿Me prometes que vas a escucharme hasta el final? Por favor -

La súplica detrás de cada sílaba que llegó a sus oídos lo dejó sumamente impactado y contribuyó a aumentar su miedo y su ansiedad en partes iguales. Si era algo tan grande como para poner a Enzo en ese estado, ya se iba haciendo la idea de que él iba a terminar igual, o peor.

- Sí, te voy a escuchar Enzu - Afirmó con velocidad después de darse cuenta de que se había quedado colgado unos segundos mirando el rostro contrario.

ᴀᴍᴀɪɴᴀʀ / ᴀᴜ! ᴇɴᴢᴜʟɪᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora