Azul

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—No lo hice antes porque ustedes pidieron que durante el treinta y uno se querían quedar, pero saben que esta ceremonia es muy privada, para invierno también les pediré que vayan a descansar con sus familias después de la cena, durante todo el año...

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—No lo hice antes porque ustedes pidieron que durante el treinta y uno se querían quedar, pero saben que esta ceremonia es muy privada, para invierno también les pediré que vayan a descansar con sus familias después de la cena, durante todo el año han hecho un arduo trabajo y es mi forma de agradecerles por ello.

Las palabras del pelinegro oji azul fueron como un deja vú para Marie, Salomón y Sandra quienes llevaban más tiempo en la servidumbre. Sin duda eran las mismas que habían recibido alguna vez por Alondra Miller en las mismas fechas, sentían qué regresaba pero esta vez en forma de su nieto primogénito.

No, el pensamiento era erróneo, era una tontería, tal vez solo estaba melancólico y a ella la tenía muy presente.

—Si necesita algo, majestad, no dude en llamarnos y nos tendrá aquí rápidamente—. Dijo Demián y Freddie asintió en reconocimiento.

—Lo tendré en cuenta, Demián.

Una vez el grupo partió de regreso al pueblo, el pelinegro comenzó a pasearse por los pasillos con un racimo del qué salía humo. Era su forma de limpiar y regresar, un ritual muy viejo qué su abuelo le enseñó antes de irse.

—¿Por qué hacemos esto?—. Preguntó Dai mientras intentaba no quemarse con su propio racimo.

—Porque es necesario para la Ceremonia, sin esto podrían perder el camino y queremos que vengan a nosotros—. Explicó el mayor, cerrando las puertas qué sabía no tenia porque abrir pronto.

El peliazul no volvió a preguntar nada más, pero le daba curiosidad como en los cuadros donde estaba Alondra o Fredrick siempre se detenía más tiempo, como si estuviera haciendo una petición sin palabras queriendo que especialmente ellos vinieran.

Cuando llegaron al salón de estar donde normalmente tomaban té por las tardes, decidieron apagar los racimos y se sentaron en los sillones individuales. El silencio no era incómodo, más bien era como si estuvieran esperando algo o a alguien.

De un momento a otro Freddie se levantó y comenzó a buscar entre los muebles, cosa que tuvo curioso al menor.

—¿pasa algo?.

—Me aburro, necesito beber algo y debo aprovechar que la servidumbre no está, pero tal parece que la maldita de Marie sabía mis intenciones y me escondió todas las botellas qué compré cuando fui a Magia Negra—. Murmuró el mayor disgustado, sabía el problema que tenía pero para el no era tan grave, tal parece que ya tenia a sus sirvientes artos y ellos decidieron actuar por su propia cuenta.

—Tal vez son señales, a veces padre hace eso con papá—. Intentó reír el menor sin embargo eso no captó la atención del pelinegro. Iba a comentar otra cosa pero Freddie comenzó a reir de forma burlesca.

—¡Sabía que tenía que escaparsele algo! Bendito sea el vodka—. Dai podía ver claramente como en la botella ponía "ginebra" pero no quiso quitarle la emoción al mayor que rápidamente la abrió y le dio un gran trago.

El Alumno Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora