Alejandro

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Cuando le dijo a Dai qué pensaba dormir hasta tarde, fue totalmente en serio

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Cuando le dijo a Dai qué pensaba dormir hasta tarde, fue totalmente en serio.

El chico, como todas las mañanas, salió a correr, siendo esperado por Antonieta quien al verlo regresar lo mandó directo al baño y le puso un atuendo casual pero al borde de lo formal como cambio.

—¿Hay algo preparado para hoy, Annie? —. La mucama asintió pero puso en sus labios un dedo en forma de que guardará silencio puesto que era un secreto.

—Es una sorpresa, así que actúa normal.

En el almuerzo no hubo pastel ni decoraciones, el Rey no estaba en la mesa y cuando Dai pasó cerca de su habitación pudo escuchar leves ronquidos qué indicaban qué seguía dormido y había cumplido lo que le dijo ayer sobre qué despertaría más tarde de lo normal.

Pensó en escribirle una carta a su papá por su cumpleaños pero sabía que tuvo que hacerlo antes puesto que se iba a tardar en llegar y un día de diferencia era imperdonable para él.

—Señorito—. Escuchó la voz de Claudine al otro lado de su puerta.

—Entra Clau, ¿que pasó?—. La joven se aclaró la garganta una vez que asomó su cabeza entre el espacio pequeño al abrir la puerta.

—Creo que le gustaría bajar al recibidor justo ahora.

Fue suficiente para convencerlo, siguió a la joven por el corredor con un leve temblor en sus manos por ansiedad y se emocionó a tal grado qué fue corriendo a los brazos del joven peliblanco oji rubí cuando lo vio abajo de las escaleras.

—¡Papá! —. Alejandro lo envolvió en sus brazos como si llevara años sin verlo.

—Que gusto ver que sigues completito, Mictel—. El peliazul río sin soltar al mayor.

—Feliz cumpleaños, no esperaba verte aquí—. El peliblanco se encogió de hombros una vez se separaron del abrazo.

—Era una sorpresa, también me alegra verte cachorro—. Saludo Daniel atrás de su esposo, capturando la atención del menor quien le abrazo también.

—Los extrañe mucho, ¿donde están Melody y Miley?

—Aún no salen de vacaciones asi que tu abuela se ofreció a cuidarlas, vendrán después—. Explicó Alejandro a lo que Daniel asintió.

Dai de verdad no podía creer que estuvieran ahí, sentía que estaba soñando, tal vez eran alucinaciones por el encierro a causa del estrés y la presión, pero una vez que pasaron al salón y comenzó a contarles como iba con sus estudios y lo que había hecho hasta ahora poco a poco lo sentía más real.

Asi fue hasta que la puerta del salón se volvió a abrir para mostrar al señor de la residencia. Morado, Rojo y los ojos heterocromáticos de Dai se giraron para ver como azul aun en pijama y modorro abría los ojos en sorpresa y confusión.

—¿An, eres tú?

—¡Dy, cuanto tiempo! —. Alejandro no le dio tiempo ni de dar un paso más porque en un pestañeo ambos estaban abrazados en el suelo gracias a que el albino se lanzó encima del pelinegro.

—¿Qué haces aquí? Creí que llegarían la noche del diez—. Se quejó el ojiazul siendo ignorado felizmente por el ojirojo.

—Ese era el plan pero preferí llegar antes para pasar contigo hoy, ¿no me extrañaste, hermano?—. Freddie rodó los ojos fastidiado mientras hacia cara de asco mal fingida.

Mientras que Dai estaba en medio del colapso, miró a Daniel confundido y este asintió.

—Creí que ya lo sabias—. Fue la respuesta del oji morado pero Dai río irónico.

—Debí suponerlo, ciertamente fui muy estúpido—. Admitió Dai pero Daniel negó y puso una mano en su hombro tranquilizandole.

—No tenemos el otro cumpleaños así que controlate Alejandro, además mira al niño, parece que se va a desmayar por tu culpa, si alguien le hubiera explicado su lazo familiar esto no estuviera pasando—. Se quejó el oji azul mientras ambos hermanos se levantaban del suelo pero el ojirojo lo miró mal, claro que prefirió seguirlo ignorando.

—Dai, él y yo somos... medio hermanos—. Comenzó Alejandro una vez estuvo bien acomodado en el sofá de nuevo pero esta vez al lado de Freddie.

—Aradia Miller es mi madre, eso es correcto cómo ya sabes, Alejandro es hijo de la hermana gemela de mi mamá, Martha Miller, pero somos medio hermanos porque ambas se metieron con el mismo hombre, un bastardo debo decir—. Continuó Freddie con tranquilidad.

—Entiendo, ¿porque no me habías dicho?—. La pregunta de Dai fue dirigida hacia Alejandro quien dudo un poco.

—Es complicado cachorro, hace años hubo una rebelión donde termine huyendo y por ello fui eliminado de la lista de herederos, no se me permite participar en eventos donde este la corona real y antes de eso fui yo quien le sugirió a la cámara real sobre qué Freddie era el más preparado para ser Rey—. Río con timidez el peliblanco, quien recibió una mirada llena de rencor por parte del pelinegro.

—Me enoje con él por mucho tiempo pero cuando mi abuelo murió descubrimos qué me dejó en su testamento el deseo de que tomara la corona y no pude negarme.

Entonces Dai conectó todo.

—La rebelión, el caballero sanguinario de la historia que me contaste el otro día, eres tú—. Freddie asintió ante la acusación.

—No me enorgullezco pero son cosas que tenían que pasar, todo para que esta bola de pelos albina estuviera a salvo—. El pelinegro señaló a su lado y Alejandro sonrió inocentemente.

—¡Si me amas!—. Exclamó contento Alejandro mientras lo abrazaba pero Freddie intentaba alejarlo.

—¡Daniel! ¡Quitame de encima a tu esposo! ¡Me esta ahogando! —. El nombrado río y negó con la cabeza.

—Una pequeña dosis de cariño no te hace mal Eddy, acéptalo—. Y la lucha entre ambos hermanos no se hizo esperar.

Este era un cumpleaños diferente para el pelinegro, puesto que se había acostumbrado a estar solo por años. Esta vez celebraba con su medio hermano, su ex-gemelo, pues después de la transformación de Alejandro en Ángel donde el negro de su cabello se volvió blanco y el azul de sus ojos se volvió rojo dejaron de verse igual. Las fotos no faltaron y Dai junto a Daniel y la servidumbre fueron los encargados de darle voz a las clasicas mañanitas antes de soplarle a las velas del pastel. Jamás diría cuantos años cumplía, de igual manera la edad no importaba cuando estaba maldito a vivir muchos años con tres dígitos y no solo los comunes dos.

—¿Entonces eres mi tío?

—¡¿Eh?!—. La pregunta lo descoloco de gran manera, sacando risas de su hermano y cuñado ante la pregunta inocente de Dai.

—Si, porque eres hermano de mi papá—. Explicó Dai lógicamente pero Freddie negó con su alma entera.

—No me digas tío, te lo prohibo, me haces sentir viejo y yo todavía estoy en la flor de la juventud niño insolente—. Se indignó el pelinegro pero el peliazul sonrió burlón.

—Admitelo, tu existes desde la prehistoria, mi papá se ve joven aún, a ti te ven y te quieren mandar a un museo para criaturas prehispánicas—. Entonces Dai tuvo que correr para no ser alcanzado por un enfurecido pelinegro qué iba tras de el.

—¡Ven aquí Mictel, mendigo irrespetuoso del demonio!

El Alumno Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora