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Alejandro y Daniel tomaron una de las habitaciones, se adueñaron de ella a pesar de que era más de Daniel que de ambos, puesto que Alejandro la mayoría de veces dormía con Freddie y aunque este se quejara no iba a admitir que si le había extrañado. Su lazo de hermanos al compartir bestia apenas se estaba curando y el tiempo de caridad era una cura excelente para ambos. Daniel estaba feliz de ver que su esposo estaba más tranquilo y por su parte, Dai aprendía cada día sobre los lazos entre demonio y ángel, el primer ejemplo eran los abuelos Alondra y Fredrick quienes fueron románticos y el ejemplo de su papá y Freddie que en su lugar era de hermandad, osease familiar.
La mañana del diez de diciembre Freddie le preguntó a Dai si quería quedarse a tener un día familiar con Alejandro y Daniel, si decidia quedarse no lo culparia y entendería que también tiene que tener tiempo con ellos después de no verse un par de meses y Dai inmediatamente captó el mensaje y decidió quedarse. Esta ocasión era un evento diferente al del 31 de octubre, esta vez habría fotos en los periódicos puesto que era una festividad internacional que no sólo se celebraba en el Inframundo.
Cuando Freddie partió, se llevó con él a Salomón y a Marie, dejando a los demás quienes estaban apurados por conseguir todos los ingredientes que necesitarían para la cena del día siguiente.
Ahora que Dai conocía el lado familiar de su papá, Alejandro no escatimaba en contarle anécdotas de su niñez.
—Recuerdo cuando el abuelo nos llevó al Colegio de Artes Oscuras, yo estaba aterrado porque creían que nos inscribiriamos, aunque cuando ganamos el concurso salí sonriente y los que buscaban inscribirnos casi que nos rogaban porque nos fuéramos—. Reía el albino enseñándole una foto al menor donde se podían ver claramente dos pelinegros ojiazules con una medalla cada uno, la misma foto del marco que estaba en uno de los pasillos.
—Eran idénticos—. Comentó Dai sin dejar de admirar la foto y comparar al Alejandro en la imagen con el actual.
—Es el chiste de que nuestras madres sean gemelas, cuando tu te cases y tengas hijos muy probablemente saldrán gemelos por la genética que llevas—. Bromeo el albino y Dai se sonrojo completamente hasta las orejas.
—No digas eso, que vergonzoso, me alegra que Freddie no esté aquí para escucharte o sino se burlaria también—. Se cubrió el rostro mientras que su papá se reía de él.
—Pero si es normal Dai, así consiste el vivir, naces, creces, te enamoras y luego bum, te reproduces—. Se encogió de hombros el albino mientras veía como Dai lo ignoraba.
—Estoy muy seguro de mi homosexualidad papá, eso implica cero reproducción—. El albino soltó la carcajada de su vida.
—Mi amor, eres un demonio, eso implica reproducción doble cariño—. Dai estaba sufriendo, mucho, demasiado con esa conversación.—Ya te dejo de torturar, tranquilo.
Pero eso solo empeoró porque hablaron de cuando estaba chiquito y simplemente escuchar a un Alejandro emocionado diciendo que Dai cuando nació tenía unas nalguitas más suaves que el algodón.