Terapia de grupo

529 71 4
                                    

A veces, solo necesitas mandar a todos a la mierda y todo se soluciona. Sin embargo, eso no funcionó para Jiang Cheng. Recibió una denuncia por agresión física de uno de los empleados de Jin Guangshan.

Sí, fue a discutir con Lan Xichen y exigir una explicación, pero ¿quién iba a pensar que se encontraría con gente que hablaba mal de él?

Claramente, Jiang Cheng les dio una pequeña lección. ¿Pero una denuncia? ¡Ja! Ni que le hubiera roto un brazo, solo los había abofeteado un par de veces.

- ¿Qué nos sugiere, abogado? -  preguntó Nie Mingjue, quien extrañamente había llamado a un abogado sin su consentimiento.

- El empleado pide un monto de 40.000 dólares y es posible que los jueces pidan que su esposo asista a terapia - dijo el abogado con firmeza.

Jiang Cheng se recostó en la silla, soltando una pequeña carcajada. - Vaya, cuarenta mil. ¿Solo los abofeteé? Con eso hasta se puede cambiar la cara si quiere - dijo desdeñosamente.

- Cállate- dijo Nie Mingjue rápidamente, y miró al abogado. - Dígale que pagaremos el monto y que Jiang Cheng irá a terapia.

Jiang Cheng se sorprendió por la osadía de Nie Mingjue al querer mandar sobre él, y cuando el abogado se fue, no pudo evitar fruncir el ceño. - ¿Y quién te crees que eres para decidir lo que yo quiero hacer?

- ¿Y tú quieres ir a prisión? -  cuestionó Nie Mingjue, igual de irritado.

- Lo hice, obviamente, si ese es el castigo- dijo Jiang Cheng con indiferencia.

- ¿Y mi reputación? ¿Qué dirán? ¿Que el esposo de Nie Mingjue fue a prisión porque el tacaño no quiso pagar ese monto?

- No me interesa - menciono Jiang Cheng, deteniendo su queja. - ¿No te dije que tú no me interesas?

Jiang Cheng vio cómo el mayor apretaba su mano, molesto, pero no hizo nada más y lo miró severamente antes de marcharse.

- Qué miedo -  Jiang Cheng, y miró hacia su ventana, notando los hermosos lirios que había plantado en su jardín con Lan Xichen. Su estado de ánimo se volvió un poco triste de nuevo. Miró con nostalgia el jardín durante un rato, regándolos en silencio.

El abogado debía venir a las diez de la mañana, pero mientras miraba las flores, ya eran las doce del mediodía, y la cocinera que Nie Mingjue había contratado vino a su encuentro.

- Maestro Jiang, el señor Nie me dijo que lo llamara para comer - dijo la mujer con una amable sonrisa.

-Qué te parecen las flores, A-Qing? - preguntó Jiang Cheng, desviando el tema. La joven de ojos grises miró las flores.

- Bonitas - respondió rápidamente.

- Lo son. El día que las planté fui muy feliz - recordó Jiang Cheng con una tenue sonrisa. Ese día lo pasó todo con Lan Xichen, y se rieron hasta muy tarde.

- Entonces usted…

- No, no voy a comer-  respondió Jiang Cheng, y la joven se marchó. Un minuto después, el sonido de porcelana y vidrio rompiéndose llegó a sus oídos. Jiang Cheng solo miró un instante antes de apartar la vista.

Nie Mingjue y él son muy similares en distintos aspectos; la diferencia es que Nie Mingjue ha vivido en un tanque de tiburones y tiene que ser profesional. Por eso no se deja llevar por las emociones frente a los demás, a diferencia de él.

¿Y para qué iba a hacer eso? Su padre siempre ha mostrado preferencia por Wei Wuxian, y por más que lo haya intentado en su adolescencia, nunca recibió nada más que comparaciones. Se ha cansado.

Ahora solo quiere explotar, porque se ha ido lo único que quería: una pareja que lo amara. Aunque el "amor" de esa persona pareció nunca ser real.

Jiang Cheng sintió un escalofrío bajar por su columna y miró a Nie Mingjue, quien lo observaba desde la ventana. Jiang Cheng le levantó sonriente su copa de vino, que se había servido, y Nie Mingjue se fue.

Jiang Cheng tomó su vino con tranquilidad y solo comió por la noche, en soledad, porque Nie Mingjue tenía una cena.

A la mañana siguiente, Nie Mingjue lo llamó a su oficina, la oficina que en realidad era para Lan Xichen y sobre el escritorio le dejó una dirección.

- Terapia de grupo. He oído que ese tipo de terapia podría servirte - dijo Nie Mingjue.

Jiang Cheng no dijo nada y tomó la dirección para marcharse. A las cuatro de la tarde, en el gimnasio de una escuela. Vaya, esa era una novedad.

Jiang Cheng era dueño de una empresa de bienes raíces y generalmente trabajaba en casa por comodidad. Actualmente las ventas iban bien y con normalidad, por lo que no necesitaba ir al trabajo, aunque siempre estaba al tanto de todo.

Llegada la hora, se vistió con una camisa holgada color lila y unos pantalones cortos blancos. Había mucho sol, así que optó por llevar sus gafas de sol, sin embargo, se sintió un poco fuera de lugar al ver a Nie Mingjue con su traje, listo para ir a una reunión.

Nie Mingjue tenía siete años de diferencia con él y trabajaba en una oficina, debería ser entendible que fueran diferentes, pero Jiang Cheng no podía evitar sentirse incómodo.

-No llegues muy tarde, no te entretengas afuera", le recordó Nie Mingjue. Y ahí estaba ese sentimiento fuera de lugar. ¿Qué, es un niño? Hacía tres semanas que siempre que salía era lo mismo.

-¿Me ves cara de niño? - cuestionó Jiang Cheng.

- No es eso, eres adulto, pero aún eres inmaduro - dijo Nie Mingjue.

- Claro, y señor Maduro, ¿le pareció bien romper todos los platos que estaban en mi lugar solo porque no fui a comer ayer? -  interrogó Jiang Cheng, cruzándose de brazos.

- ¿Y lo fue no compartir conmigo la mesa?- respondió Nie Mingjue con una pregunta.

- A veces mi comida no se digiere cuando estoy incómodo - dijo Jiang Cheng.

- ¿Entonces te incomodo?-  preguntó Nie Mingjue, frunciendo el ceño.

Jiang Cheng evitó su mirada. - Esta casa no era para ti en primer lugar- remarcó.

Jiang Cheng pudo ver por su vista periférica la sonrisa exasperada de Nie Mingjue. - Claro. ¿Tal vez era para el hombre que se acostó con Jin Guangyao, cuando vio que eras un niño berrinchudo e imposible de controlar? Supéralo, Lan Xichen, por su familia necesitaba a alguien tranquilo que siguiera las reglas, y tú eres alguien tenaz - escupió con amargura.

Jiang Cheng, que se había quedado en la escalera a medio bajar hablando con Nie Mingjue, se sintió atravesado por sus palabras. Al final, las lágrimas ardientes inundaron su rostro cuando Nie Mingjue abandonó la casa.

Sí, Nie Mingjue era un adulto, y Jiang Cheng era un niño. Un niño que en ese momento lloraba desconsoladamente por la frustración y la tristeza.

Jiang Cheng se abrazó fuertemente, sintiendo que se ahogaba en un vaso de agua. Se tapaba la boca, y sin embargo, los sollozos no se detenían. Quería llorar y acabar con la frustración.

Se tiró del cabello con fuerza, arrancando algunos mechones, y juntó sus manos, hundiendo sus uñas en sí mismo, hasta que recordó a su psicóloga.

No podía hacer eso, no podía lastimarse.

Entonces Jiang Cheng arrasó con todo a su paso: los jarrones, la vajilla y los cuadros. Tiró todo, y la casa, antes ordenada, se volvió un caos.

¿Para qué servían de todas formas si solo eran dos personas, y a Nie Mingjue le importaba menos la decoración? La decoración en la que había puesto mucho empeño para que le gustara a Lan Xichen.

Al final, Jiang Cheng se sentó en su sofá y miró el jardín en silencio.

Carajo, ¿trastorno explosivo intermitente?, pensó Jiang Cheng sobre lo que había leído por curiosidad hacía tiempo, y soltó un quejido mientras se secaba las lágrimas. Buscó de nuevo en internet y miró su casa en silencio.

¿Estaba exagerando? ¿Debía tomar las cosas con calma? Pero al final se sentía bien, y los daños eran suyos. No sabía qué pensar.

Al final, solo se acomodó la ropa y fue a la terapia en grupo.

La clase de control de iraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora