Capitulo 4

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Los días se sucedían monótonos en la casa abandonada que Fran había convertido en su refugio. Sin embargo, la realidad cruda de la supervivencia lo alcanzó cuando notó que sus provisiones menguaban peligrosamente. La escasez de comida y la ausencia de dinero lo empujaron a una encrucijada desesperada.

La noche se cernía sobre la ciudad cuando Fran, envuelto en una capucha oscura, salió de su escondite. La ciudad, con sus luces parpadeantes y sus habitantes sumidos en sus propias preocupaciones, parecía ajena a la lucha silenciosa que se libraba en las sombras.

Caminó con pasos silenciosos por las calles, sus ojos alerta, mientras buscaba una solución a su problema inmediato. Llegó a una tienda modesta, cuyos escaparates parpadeaban con luces tenues.

Con determinación, Fran se deslizó dentro de la tienda, su capucha ocultando su rostro. Los estantes de productos brillaban tentadores, y el hambre aguda que lo acosaba actuaba como un impulso irresistible. Fran, dividido entre la ética y la necesidad, se encontró tomando decisiones que nunca antes habría considerado.

Las cámaras de seguridad observaban desde lo alto, pero Fran, hábil y desesperado, evitaba sus ojos inquisitivos. Se movió con agilidad por los pasillos, seleccionando cuidadosamente lo que necesitaba y ocultándolo en su mochila.

El peso de la moralidad luchaba contra el hambre persistente mientras Fran se deslizaba entre las sombras de la tienda. Cada decisión de tomar un artículo sin pagarlo llevaba consigo un eco de culpa, pero la necesidad de sobrevivir eclipsaba momentáneamente esas voces internas.

El sonido suave de la campanilla sobre la puerta indicó que Fran estaba solo, al menos por ahora. Se deslizó hacia la salida, su mochila cargada con alimentos y pequeños objetos de valor. El corazón le latía rápido, mezclando la excitación del robo con la ansiedad de ser descubierto.

Al salir, Fran se mezcló nuevamente con la noche, sus ojos recorriendo el entorno en busca de cualquier señal de sospecha. La calle estaba tranquila, y la tienda quedó atrás, inconsciente de la visita silenciosa que había recibido.

De vuelta en su refugio improvisado, Fran se enfrentó a sus elecciones. La mesa improvisada estaba cubierta con los frutos de su incursión nocturna. La moralidad y la realidad colisionaban en su mente, y mientras saboreaba la comida robada, se preguntaba cuánto más de su integridad estaba dispuesto a sacrificar en este nuevo capítulo de su vida.

El silencio de la casa abandonada parecía un eco de su propia conciencia inquieta. Fran, ahora aliado con las sombras de la ciudad, se adentraba más en un camino incierto, donde la línea entre lo correcto y lo necesario se volvía cada vez más borrosa.

Fran se sentó en la penumbra de la casa abandonada, su mochila desbordante de alimentos obtenidos furtivamente. El silencio del lugar parecía ensordecedor mientras devoraba la comida con avidez. Sin embargo, el festín físico no podía calmar la tormenta que se gestaba en su mente.

Mordida tras mordida, el sabor de la supervivencia se mezclaba con el amargor de la autorreflexión. ¿Era esto lo que se esperaba de él ahora? ¿Convertirse en alguien que roba para alimentarse? Fran se preguntaba si, de alguna manera, se estaba transformando en el monstruo que los demás creían que era.

Las preguntas danzaban en su mente mientras la comida saciaba el hambre, pero no lograba calmar las dudas que se agitaban en su interior. ¿Era el hambre justificación suficiente para transgredir los límites morales que alguna vez consideró inquebrantables?

El eco de sus propias acciones resonaba en la casa silenciosa. La luz titilante de una vela destacaba los rasgos tensos de su rostro mientras las sombras danzaban en sus ojos. Fran, enfrentándose a su propia imagen reflejada en el vidrio de la ventana rota, se preguntaba si estaba perdiendo no solo su lugar en la sociedad, sino también su propia humanidad.

Lovedtale: Dust Fran Donde viven las historias. Descúbrelo ahora