Capítulo 11

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Erika estaba envuelta en una neblina estuporosa. Algo que le hacía ver la realidad de lejos. Aquello no podía estar pasando, parecía una pesadilla. Tal era su estado, que su tía Elsa tuvo que repetir la pregunta que le hizo.

-Erika, por favor, dinos qué ha pasado.

Antes de que ella pudiera reaccionar y contestar a su pregunta, Anna se llevó las manos a la boca, ahogando un grito y echando a correr para colocarse junto a sus hijas, en el suelo. Tomó a Idunn entre sus brazos mientras Erika, entre sollozos, conseguía hablar.

-No... ¡No lo sé! Hemos discutido y luego... ¡Luego ha pasado esto y ya no despierta!

Erika señaló el extraño mechón negro en el cabello de Idunn, que Kristoff se apresuró a examinar acercándose.

-¿He hecho yo eso...? –Preguntó Erika, aún sin comprender qué había podido pasar.

-Lo dudo mucho. –Contestó firmemente Kristoff. Por más que miraba, tampoco entendía qué era aquello ni de dónde había salido.- Jamás había visto uno volverse así. ¿Por qué negro? –Añadió, señalando al mechón. Miró a Anna y a Elsa, en busca de una respuesta que ellas, evidentemente, tampoco tenían.

Por su parte, Erika seguía mirándose las manos. No había visto nada fuera de lo normal en ellas, de eso estaba segura.

-Pero si no he sido yo, entonces, ¿cómo...?

La princesa se calló repentinamente. Su tez se volvió aún más pálida de lo que ya era. La respuesta le había llegado de un recuerdo cercano. Su hermana menor, hablando con ella.

"Me voy a escapar con Klaus. Está en mi balcón, esperándome."

Klaus.

-¡Klaus! ¡Eso es! –Exclamó, de forma tan brusca que asustó a todos los presentes.- ¡Klaus está en su balcón! ¡Id a buscarle! ¡Rápido!

Aquella súbita exclamación provocó que Kristoffer saliera corriendo hacia los aposentos de Idunn, rápido como el rayo, y que Anna apretara los puños, llena de rabia. No era la única. Kristoff y Elsa tenían una expresión similar en su mirada. Mientras el primero levantaba a Idunn del suelo, tomándola en sus brazos en un ademán protector, la segunda susurraba:

-Tenía que haberle metido en un barco cuando tuve la oportunidad.

Kristoffer volvió en menos de un minuto, con noticias poco alentadoras.

-¡Lo he buscado por todas partes y no está! Ese maldito ha huido después de hacer... ¡Lo que quiera que haya hecho!

Cuando Anna se levantó del suelo, sentía que le temblaban las piernas. No obstante, no iba a dejar que nadie lo notara. Sus hijos la necesitaban y, por ello, habló con voz firme mirando a Kristoff.

-Ya da igual dónde esté. Tenemos que irnos.

-¿A dónde vais? –Preguntó Rapunzel, que hablaba también por su esposo y su hija.- Sea donde sea, queremos ayudaros.

Kristoff había entendido perfectamente a qué se refería Anna.

-Con el resto de mi familia. Coged las monturas.

***

Tres renos y dos caballos galopaban entre los bosques en la dirección que indicaba Kristoff, que iba en cabeza llevando a Idunn sobre uno de los renos. Pronto llegaron a un cálido valle, escondido entre los pliegues de las montañas. El hogar de unas criaturas especiales desde hacía milenios. El Valle de las Rocas Vivientes.

Rapunzel, Eugene y Rose sólo habían oído hablar de ese lugar, pero nunca habían estado allí. Al descabalgar, todo lo que hicieron fue mirar a su alrededor, expectantes. Eugene fue el que dio el respingo más grande al ver cómo se movían las rocas del suelo, rodando por todas partes en aparente descontrol. Tuvieron que esquivar a dos, que pasaron tan cerca que casi les rozaron los pies.

Frozen Fractals (Segunda Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora