Frozen Fractals (Segunda Temporada)

Capítulo 17

Las imágenes empezaron a deshacerse en un fondo negro en la mente de Erika, que tardó en darse cuenta de dónde estaba: tumbada en una cama de un camarote, dentro de una embarcación destartalada cuyo rumbo desconocía. Tardó menos en darse cuenta de que unas gruesas y cálidas lágrimas habían empezado a rodar desde sus mejillas hasta la almohada.

-Yo quería protegerte... -Susurró, apretando los puños.

La joven princesa heredera procuraba actuar siempre bajo las mejores intenciones y pocas veces se planteaba si sus acciones eran correctas o no. Ya que ella buscaba lo mejor para los demás, ¿por qué no iban a serlo? Sin embargo, los últimos acontecimientos estaban poniendo todos sus principios y pensamientos patas arriba. Sí, Erika buscó lo mejor para su hermana desde que nació, pero no se había portado bien con ella y eso era evidente. De repente, se encontró a sí misma evaluando todo lo que había hecho hasta entonces pensando que era "por el bien de todos". Quería arreglar lo que pudiera. Así que se le ocurrió que podría empezar por su metedura de pata más reciente: actuar como una mandona con el capitán del barco en el que estaba viajando.

Se levantó de su camastro lentamente, con la precaución de no despertar a su tía, que todavía descansaba tumbada en el otro camastro del pequeño y húmedo camarote. Erika suspiró aliviada al ver que Elsa había logrado tranquilizarse. Hubiera sido un problema tener que hacer frente a sus poderes descontrolados. Por el vacío en su estómago y el modo en que la luz entraba por el ojo de buey, dedujo que no debía quedar mucho para que fuese la hora de comer. Se dirigió al único lugar donde se imaginaba que podría estar el capitán en aquel momento: la plataforma del timón donde lo vio la última vez.

En efecto, estaba allí, de espaldas al timón y dejándolo completamente desatendido. Erika tuvo que morderse la lengua y esbozar una sonrisa forzada para no hacerle más reproches. Se suponía que iba a pedirle perdón, no a molestarle. Cuando se acercó más, vio que estaba soltando una gaviota para que echara el vuelo, algo que ella no había visto hacer nunca. No sabiendo cómo empezar la conversación, pensó que sería buena idea hacer un comentario sobre aquello.

-Eh... Hola... ¿Para qué es el pájaro?

El capitán se dio la vuelta para mirarla, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, intentado parecer más alto de lo que ya era. Se notaba que no estaba de humor.

-Oh, vaya. ¿Ahora vienes en son de paz, fierecilla?

-Sí... Quería pedirte disculpas por mi comportamiento de antes... -La chica rubia pensó que se tenía merecido que él le hablara de aquella manera, al margen de que esa parecía ser la forma que él tenía habitualmente de relacionarse con todo el mundo: quedando por encima de los demás si eso le era posible. Lo que Erika no notaba es que ella solía hacer exactamente lo mismo, lo cual era la causa de muchas de las situaciones de las que ahora se arrepentía.

La única reacción del capitán fue alzar una ceja ante sus palabras. Parecía como si no se creyese del todo que la pasajera que le levantó la voz le estuviera pidiendo perdón, así que Erika sintió la necesidad de justificarse.

-Es que... Verás, soy la hermana mayor en mi familia y estoy acostumbrada a dar órdenes y a gritar para que me hagan caso, porque si no lo hago, al final todo sale mal y... -La muchacha sintió que estaba divagando. Habría sido mucho más fácil decirle a aquel chico que tenía un reino por heredar y que dar órdenes a cualquiera se había convertido en algo natural para ella. Pero no podía hacer eso. No por nada debían viajar ocultando sus identidades.

-Tranquila. Te entiendo. -El muchacho relajó su postura. Su tono de voz se volvió más suave y menos sarcástico.- A veces es duro ser un buen líder, ¿verdad? -Hizo una breve pausa. Miró al cielo, que en aquel momento era del mismo color sus ojos, observando cómo se perdía en él el ave que había liberado hacía unos instantes.- Las gaviotas son para mandar mensajes a otros contrabandistas.