Capítulo 22

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Daniela tenía su rostro lleno de incertidumbre, estaba completamente enamorada de su prometido Javier, pero como a toda mujer, en uno de los días más importantes de su vida, le generaba pánico y no de arrepentirse, más bien de que, las cosas no salieran como ella esperaba. Y bueno Daniela era como mi novio Michael una Señorita perfección.

— ¿Dónde está mi vestido mamá? Dijo Daniela con su mirada alterada.

— Esta en la tintorería, la diseñadora lo entregara a medio día. Tranquila hija.

Daniela estaba hiperventilando, el terror se pintaba en todo su rostro, ella necesitaba comprobar que su vestido el cual le tomo meses elegir estuviese perfecto.

— Mamá necesito ver que mi vestido este intacto.

— Y lo está querida, no te preocupes.

Dijo su suegra Brenda. Una señora en sus cincuenta y siete años, con algunas arrugas asomándose en su rostro, aun así, se veía jovial, su tez bronceada relucía con su conjunto en tono rosa pastel, su oscuro cabello rizado estaba recogido en una trenza gruesa, en un intento de dominar la rebeldía de sus cabellos.

Por el rabillo del ojo vi como Rebeca con una mirada de desesperación emitía señas de pánico en mi dirección. Demonios, había problemas.

Reuní mi mejor sonrisa de aquí no pasa nada, y murmuré un

—Me retiro un segundo, Michael me está preguntando de qué color será mi vestido, para conseguir la corbata a juego, ya saben hombres.

Encogí mis hombros quitándole importancia y aparente hablar en el teléfono con él. Por fortuna, eso no alerto a Daniela que ya tenía locas ideas sobre Javier llegando tarde al altar o sobre no llegar en absoluto, aun si no tenía motivos para pensar algo así.

Cerra la puerta de la habitación a mis espaldas y me prepare mentalmente para lo peor.

— ¿Que sucede Rebeca?

Su oscura melena iba recogida con una media trenza, su cabello caía con unos rizos marcados en forma de cascada dándole volumen, y una diadema con rosas y pedrería adornaba un costado del peinado. Y bueno yo aun mantenía mi cabellera castaña como si recién hubiese salido de la cama.

— Mi vestido no me cierra, creo que aumente de peso.

—Oh eso sí que es un problema, pero no tan grande. Déjame llamar a Jason, creo que él puede ayudarnos.

El rostro de Rebeca se llenó de alivio. Pero no debíamos estar tranquilas aún.

— Genial amiga, creí que Daniela me mataría, por comer frituras y chocolates a diario.

— Oye, por entrar en un vestido no debemos matarnos de hambre amiga.

Hice la llamada inmediatamente y Jason respondió a la primera

— Hola preciosa ¿cuándo volverás a la empresa? Esto se está cayendo a grandes pasos desde que no están Michael ni tu.

El hecho de que una de las compañías estuviese decayendo me colmo de tristeza, debía apresurarme en mi demanda de derechos. Pero de eso me encargaría después.

— No te preocupes Jason, planeo solucionar todo eso, ahora solo necesito un pequeño favor de emergencia.

— Claro preciosa ¿En qué puedo ayudarte?

Le explique a Jason la situación de forma breve y dijo acudir de inmediato en mi ayuda, no había nada que Jason no solucionara, era uno de los mejores en la industria del diseño. Y aunque no era mi boda, le extendí una invitación para el evento de Daniela, sabía que no le molestaría, después de todo haría un viaje de dos horas en auto a la pequeña zona rural que eligieron para locación de boda. Era hermosa, Daniela era fanática de crepúsculo, convenció a Javier de elegir un sitio similar a donde se grabó la boda de Bella y Edward. Ese hombre le bajaría la luna de ser posible.

Un corazón de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora