17. Capítulo

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Pasaron horas antes de que Alyan entrase en la habitación. Para entonces, Anjana había pasado por todos los estados de humor posibles, desde el enfado al aburrimiento más profundo. Además, llevaba casi 24 horas sin salir al jardín, con lo que empezaba a encontrarse algo débil.

Se puso de pie cuando oyó abrirse la puerta. Alyan, con ropa en las manos, entró en la habitación.

-¿Qué diablos te crees que estás haciendo?-preguntó ella notando que su enfado volvía en todo su esplendor.

-No me hables en ese tono, Jana. O te azotaré ese bonito culo hasta que no te puedas sentar.

-No tienes derecho

-Silencio, esposa. No vamos a discutir. Simplemente, harás lo que te diga.

El avanzó hasta la percha y colgó allí la ropa que llevaba. Después, se volvió para mirarla.

-Ven aquí-ordenó.

Ella no se movió y él esperó sin decir nada. La reina, maldiciéndole por dentro, se acercó hasta quedar a un par de pasos. Él alargó su brazo y la cogió de una muñeca para acercarla más. Después, llevó las manos a sus hombros para deslizar los tirantes del vestido por ellos. La chica no intentó sujetarlos y el vestido cayó a sus pies. Alyan se alejó un poco y la contempló de arriba abajo.

-Acuéstate, Jana-ordenó.

-No-negó ella levantando la barbilla en actitud desafiante.

Alyan hizo una mueca que decía que suponía cuál iba a ser la respuesta. Después, volvió a acercar a la chica a él. Cuando Anjana se revolvió, la dio la vuelta y la pegó a la pared.

-Seguir desobedeciendo no va a ayudarte nada, cariño.

Le separó las piernas con un pie. Mantenía su cuerpo tan pegado que a Anjana le era imposible moverse. Sintió los dedos de Alyan entrando en su vagina, excitando su clítoris y trató de empujarle. Alyan la dio un fuerte azote en el trasero que la hizo gritar y saltar las lágrimas. No se movió después de eso. Ni siquiera cuando notó que él liberaba su polla de su pantalón. Le sintió entrar en ella y protestó con un gemido.

-Schssss-el sonido tranquilizador vino precedido por un beso en el cuello-no quiero hacerte daño. Intenta relajarte.

Empezó a moverse en su interior con embestidas suaves, dándole tiempo a adaptarse a la incómoda postura.

-Podrías estar en la cama, mucho más cómoda y a punto de correrte, si no fueras tan testaruda, pequeña-aseguró él en su oído mientras la embestía con más fuerza.

-Jódete-murmuró ella logrando que su voz saliera firme.

Alyan rio.

-Creo que prefiero joderte a ti, amor.

Le rodeó la cadera con un brazo para tener más apoyo e incrementó el ritmo. Pronto, Anjana le sintió vaciarse en su interior. El rey volvió a darle un beso suave en el hombro y se apartó de ella, vistiéndose.

Anjana se agachó para recoger su vestido del suelo, pero, con un gesto, Alyan hizo que éste se deslizara hasta él.

-Puedes ponerte la ropa que te he traído. Nada más.

Ella le miró primero confundida y luego, furiosa. Se acercó a la percha y descolgó la ropa. Era idéntica a la prenda transparente y abierta que le habían puesto en su noche de bodas.

-Es... es una túnica de ceremonia-se sorprendió-no pretenderás que me ponga esto ¿verdad?

-Sí, eso pretendo. Aunque si lo prefieres puedes quedarte desnuda. Ahora siéntate, Anjana. Voy a explicarte las normas.

Anjana (Saga hadas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora