18. capítulo

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Por la mañana se dio una larga ducha. Todo su cuerpo estaba dolorido, sobre todo entre las piernas, así que estuvo debajo del agua hasta sentir que sus músculos se relajaban. Luego se puso la túnica y la capa y desayunó lo que le habían dejado en la habitación. Se desesperó pensando que no tenía nada más que hacer hasta que Alyan volviera. Dormitó a ratos, comió, caminó por la habitación y contempló el jardín hasta memorizar cada detalle. Cuando ya estaba a punto de gritar de aburrimiento, la puerta se abrió.

-Hola, esposa. ¿Qué tal has pasado el día?-saludó el rey.

Ella le miró furiosa desde la cama donde estaba sentada.

-¿Tú que crees?-preguntó ella con ironía-he pasado un día estupendo, verdaderamente divertido.

Su marido sonrió.

-Empiezas mal, cariño. Creí que tu actitud habría mejorado hoy, pero veo que no es así.

-¿Y qué quieres que haga, Alyan? Llevo horas encerrada aquí, sin nada que hacer, sin ni siquiera un libro que leer.

Él se sentó a su lado y Jana se levantó de inmediato.

-Quítate la capa, Jana. Te dije que te quería sólo con la túnica. Puedes empezar por eso. Y luego ven a sentarte aquí, a mi lado.

-Vete al diablo Alyan.

-Haz lo que te he dicho. No me obligues a hacerlo yo.

La chica se quitó la capa de un manotazo y se sentó donde él la había dicho sin mirarle. Él se rio y la hizo tumbarse en la cama. Luego separó las dos partes de la túnica. Ella no pudo soportarlo y le abofeteó con fuerza. Alyan, furioso, la sujetó la mano.

-Te dije que no hicieras eso, Anjana.

La besó con brusquedad y la obligó a separar las piernas con una de sus rodillas. La chica forcejeó con todas sus fuerzas, pero no pudo evitar que él se hundiera en su interior de una sola embestida. Ella gritó y él se quedó quieto abrazándola.

-Eres muy testaruda, cariño. Voy a follarte y volveré esta noche. Espero que para entonces hayas aprendido algo.

Le sujetó los brazos y se apoderó de sus labios mientras la poseía.

Cuando él volvió esa noche, Anjana no tuvo fuerzas para desafiarle. Estaba agotada de luchar, así que, simplemente, hizo lo que él quería. Salieron al jardín, pasearon y cenaron juntos. Luego, dejó que su marido la hiciera el amor hasta que se durmió agotada.

Las siguientes dos semanas pasaron muy lentamente. Los momentos de rebeldía de la reina eran cada vez menos. Poco a poco, Alyan iba saliéndose con la suya y ella lo sabía. Pero en lo único que podía pensar era en salir de su encierro. Además, el desafiarle no la traía nunca nada bueno. La siguiente vez que le esperó cubierta con la capa, él se la quitó y, desde entonces, la traía él mismo cuando salían al jardín. Las veces que se había resistido a que la tomara, había acabado haciéndolo por la fuerza. Una vez, la había atado a la cama y la había excitado hasta que ella le suplicó que la poseyera. Así que ya no se resistía. Era más humillante que obedecer desde el principio. Además, ya había pasado el tiempo que él dijo, así que esperaba que, en cualquier momento la dejara salir de esa condenada habitación. Había pasado horas y horas pensando, analizándose y analizando su matrimonio. Odiaba esas cuatro paredes.

Esa mañana, por fin, Lyss llegó con la orden del rey de acompañarla a su habitación. Jana casi saltó de alegría. Tan pronto como llegó a la habitación se dio un largo baño y luego se vistió. Después, cogió una vela y quemó la túnica que había llevado ese tiempo.

-¿Dónde está Zuria?-preguntó la chica a sus damas.

-Estoy aquí, Anjana-respondió la chica entrando en la habitación.

La reina hizo un gesto a sus damas para que salieran.

-¿Estás bien?-preguntó Zuria mirándola con precaución.

Ella apretó los labios.

-¿Cómo está mi agenda?-preguntó-supongo que habrá mucho trabajo atrasado.

El hada de melena violeta negó con la cabeza.

-Aún hay una semana más suspendida, Anjana. El rey se está haciendo cargo de casi todo.

-No puedo estar una semana más sin nada que hacer, Zuria.

-No te preocupes por eso, querida-la voz del rey les sorprendió a las dos-tu ocupación principal de estas dos últimas semanas sigue en vigor.

Zuria salió de la habitación en cuanto vio al rey y la reina se volvió con gesto desafiante, pero, al ver cómo su marido fruncía el ceño, trató de relajarlo.

-No creo que sea suficiente-dijo sin levantar el tono de voz.

-Tendrá que serlo. De todas formas, iremos a ver a Breena en un par de días. Cuando yo vuelva de la reunión con Akop.

-¿Con Akop? ¿Por qué vas a reunirte con él?

El rey se encogió de hombros.

-Sólo es algo rutinario. Todos los aliados nos juntaremos para valorar la situación después de la guerra. Sólo estaré fuera un par de días. Mientras, come, descansa y recupera fuerzas, querida.

Jana se mordió la lengua para no decirle lo que podía hacer con sus consejos. No quería que volviera a encerrarla.

-Mis hombres me esperan. ¿Un beso de despedida, esposa?

La reina se acercó con lentitud y le dio un beso ligero en los labios. El rio divertido.

-Me conformaré con eso. Por ahora. Pórtate bien, Jana.

Por una vez, ella lo hizo. Al menos, no hizo nada que pudiese enfadar al rey. Salvo, quizás, contarle a su mejor amiga por qué no había dado señales de vida últimamente. Al parecer, Alyan se había negado a darle ninguna explicación. Y André no la había dejado ir a verla, estando, como estaba, a punto de parir.

-Voy a matar a mi hermano-masculló el hada cuando Jana le explicó lo ocurrido.

-Si se entera de que te lo he contado, probablemente, me castigue. Así que, Bree, por favor, no digas nada.

-Pero Jana......

-Por favor. En este momento no puedo luchar más.

-Está bien. Aunque no prometo que pueda aguantarme si lo tengo delante.

-Gracias. Te veré pronto, amiga.

Anjana (Saga hadas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora