22. capítulo

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-¿Cómo están las cosas con los demonios?-le preguntó Jana a Alyan mientras éste conducía rumbo a su casa.
Él se encogió de hombros.
-Se mantienen estables. Saben que no tienen nada que hacer con los vampiros y los vamps de nuestro lado. Akop no se meterá en otra guerra.
-Bien-dijo ella-nosotros tampoco podemos permitírnoslo.
-¿No vas a decirme que tenías razón?
Le miró interrogante.
-Cuando les pediste ayuda en contra de mi opinión-aclaró él.
La chica sonrió con tristeza.
-¿Vas a disculparte por castigarme, Alyan?
-¿No me crees capaz de disculparme, esposa?
Ella negó con la cabeza.
-No. La verdad es que no.
No hablaron más en todo el viaje. Anjana, cansada y triste, cerró los ojos y fingió dormir. Cuando llegaron a la casa, se separaron en diferentes direcciones. Alyan fue a su despacho para ponerse al día y Anjana se dirigió a hablar con el sanador. Tras revisarla, éste la confirmó su embarazo.
-Mantenlo en secreto, por favor-ordenó la reina.
-Por supuesto, majestad. Siempre lo hago.
Se mantuvo ocupada durante todo el día. Y mantuvo a todo el palacio con el mismo nivel de actividad. De hecho, un par de trabajadores la miraron asombrados cuando ella les gritó. Estaba de un humor de perros.
-Majestad, deberías ir a descansar-aconsejó Zuria cuando ella estaba a punto de volver a gritar a una joven hada nueva en las cocinas.
-No me digas tú también lo que debería hacer, Zuria. Tú menos que nadie.
El hada de melena violeta bajó los ojos.
-Lo siento, majestad. Disculpadme.
La chica se volvió para irse y la reina sintió un mordisco de remordimiento.
-Lo siento Zuria. Tienes razón. Será mejor que descanse.
-Te acompañaré, señora.
Ella negó con la cabeza y salió de las cocinas.
Se tumbó en la gran cama de su habitación sin molestarse en encender luces.

Alyan entró en la habitación mucho más tarde. Llevaba una bandeja que dejó en la mesa de la zona de estar. Jana se incorporó poco a poco para mirarle.
-Te he traído algo de cena-explicó el chico.
-No tengo hambre, gracias. Creo que voy a darme un baño.
Antes de poder entrar en el baño, él la sujetó un brazo.
-¿Qué ocurre Jana?-preguntó.
-¿Qué quieres decir?
-Has estado toda la tarde comportándote como una bruja con la gente de palacio.
-Vaya-ella abrió los ojos con exageración-ya han empezado a darse cuenta de que no soy la reina dulce y amable que habría sido Adabelle.
El rostro de Alyan se endureció.
-Adabelle no tiene nada que ver en esto. Tú eres la única que parece creer que ella era perfecta.
Anjana miró al suelo.
-Me disculparé con ellos, Alyan. No puedo hacer más.
-Los trabajadores de palacio no están enfadados contigo por gritarles, Jana. Están preocupados por ti. Tú no te comportas así con nadie que no sea yo. Creen que estás enferma.
Ella negó con la cabeza.
-No lo estoy. Puedes decírselo.
-¿Por qué has ido a que te vea el sanador, entonces?
-¿Me espías, Alyan?
-No-negó el chico-por supuesto que no. Ha sido algo casual. Alguien te vio.
-Sí, supongo que alguien de melena violeta-aventuró ella con amargura.
-¿Por qué has ido al sanador, Jana?
La chica notó crecer la ira en su interior. Se soltó de su agarre con un gesto brusco y retrocedió un paso.
-Para que me confirmara que has conseguido lo que querías, esposo. Has puesto a tu heredero en mi interior. Espero que estés muy satisfecho.
Entró en el baño antes de que Alyan pudiese reaccionar y cerró la puerta echando el pestillo. Luego, retrocedió tapándose la boca para silenciar los sollozos. Las lágrimas caían por sus mejillas mientras veía el pestillo deslizarse y abrirse la puerta gracias a la magia de Alyan. El hada la miró desde el otro lado. Luego avanzó en dos pasos para abrazarla.
Jana luchó con todas sus fuerzas durante un par de minutos, pero el rey no la permitió salir del agarre de sus brazos. Cuando ella se cansó de luchar y se quedó quieta, él la cogió en brazos y la llevó a la cama. La chica seguía llorando sin poder parar y Alyan la acarició el pelo con dulzura hasta que se durmió agotada. Luego se tumbó a su lado, abrazándola y tiró de la sábana para tapar sus cuerpos.
-Gracias, esposa-susurró en su oído antes de dormirse.

Anjana (Saga hadas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora