#11 Mierda

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-"Mierda"

Es lo único que pude decir.

Observé detenidamente a ambos jóvenes, con la sensación de que se trata de una broma de pésimo gusto o quizás me había golpeado nuevamente en la espalda y tal vez llegue al famoso punto de desmayarme. ¿Es esto un sueño o más bien una pesadilla? Sea cual sea la respuesta, ya podía sentir la presión del garfio de Killian rodeando mi cuello, la ardiente esfera de fuego de Regina consumiendo mis pulmones y la hoja de la espada de Emma atravesando mi abdomen. Tal vez estoy exagerando un poco, pero vamos, con qué cara le diré al equipo de la misión «rescatar pichón» que mi amor verdadero (o mejor dicho, mis amores verdaderos) es un duende secuestrador de niños y su fiel secuaz.

-"¿Se te perdió algo Kira?" –Félix me dijo tomando uno de los pétalos del suelo. –"Es Purpify" –Le mostro a Pan y este lo miro con curiosidad.

-"Así que... ¿Somos nosotros?" –Pan auto-señalo y luego señalo al rubio. –"Interesante" –Alzo una ceja. –"Muy interesante" –Mierda, mi futuro marido es un bombón. –"Félix" –Llamó y este lo miro, nota la curiosidad que irradian sus ojos. Es obvio, solo su líder está enterado de lo que ocurre, al parecer mi otro futuro marido siempre será eso, un peón en el juego. –"Necesito que nos dejes solos, luego organizaremos una reunión para ponernos al tanto. Tal vez tengamos una cena a la luz de las velas" –Alzo una ceja al ver la cara de confusión de cierto niño perdido. –"Luego te lo explicare en el campamento, esto requiere más tiempo del que disponemos"

No sé cómo decirlo, como explicarlo, estoy completamente en blanco, así que decidí permitirle a Pan que le explicara al pie de la letra cada etapa de mi maldición. Se siente raro y estoy en blanco, porque nadie sabe lo que me está pasando y por supuesto, el rey de la isla no pudo escucharlo como hizo con mi pasado porque nunca se lo conté a nadie, los únicos que sabemos somos yo y...

Gold está en la isla.

Quizás esa sea la razón por la cual Pan me ofreció su ayuda para rastrear a Excalibur. Es muy posible que esté intentando resguardar a su hijo, considerando la leyenda que sostiene que si el padre perece, el Espectro también encontrará su fin. Todo cobra sentido: ¿acaso su colaboración surge del temor a enfrentar su propia muerte? Solo ruego a todos los dioses que no se alíen a su favor, que Rumpelstiltskin logre cumplir su juramento de perpetuar su odio, porque, de lo contrario, la sombra de la Parca podría estar respirándome en la nuca.

–"Nos vemos luego princesa" –Sentí un beso en mi mano, sonreí ante la idea de que Félix tomara esto como una costumbre. –"Pan" –Se despidió de su líder con un asentimiento de cabeza. 

Me resulta difícil entender lo que siento mientras la mirada de Peter Pan me atraviesa. Es un revoltijo de emociones confusas: me da asco, pero también me atrae, y, claro está, siento un miedo que me aprieta el pecho. Pero este miedo no es tanto por él, sino por lo que pueda pasar y por lo que él mismo sea capaz de hacer. Quiere el corazón de Henry, pero sé que la probabilidad de que eso suceda es mínima gracias a la maldición que nos persigue, a los villanos. Siempre perdemos, los héroes ganan o alguien se interpone en nuestro camino. Es lo único seguro en esta extraña relación entre héroes y villanos, y eso me tiene dando vueltas en la cabeza.

Un escalofrío recorre mi espalda al ver a Félix alejarse, su rostro marcado por esa cicatriz que es un recordatorio constante de los peligros que enfrentamos. Siento un nudo en el estómago, temiendo lo peor para él. ¿Qué si Killian, con su garfio afilado como la muerte, decide que esa cicatriz no es suficiente y busca infligir más dolor? La imagen de Regina y su fuego devorador se ciernen sobre mí, y me pregunto cómo podría Félix sobrevivir a semejante tormenta.

No puedo ignorar la realidad de su vulnerabilidad. Pan tiene su magia, pero Félix solo tiene la tenacidad de un superviviente, marcado física y emocionalmente por las batallas que ha librado. Mi miedo no es solo por perderlo, sino por el sufrimiento que podría enfrentar en manos de quienes buscan hacernos daño. La incertidumbre me agobia mientras observo su figura alejarse, preguntándome si alguna vez podré mantenerlo a salvo en este torbellino de magia y caos.

Flor de tres petalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora