Capítulo Trece: Propuesta indecorosa 🔞🌶👅

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Yeni POV

Capítulo Trece


—Son tuyas.—respondió Edward irreflexivamente.
Aunque su tono era firme y solemne, su rostro cabizbajo dejaba en claro que algo andaba terriblemente mal.

No sabía las repercusiones que le costaría el darle sus alas a Azrael, pero era lo suficientemente inteligente para saber que no era nada grato para él hacerlo. Cuando piensas en un ángel lo primero que se nos viene a la mente son sus alas. Debía ser algo muy doloroso o humillante para el tener que ceder sus alas ante la Muerte.

Aun así, Edward no tardó ni un segundo para concederle su oscuro deseo. Azrael lo miraba, complacido desde su trono. Había conseguido su cometido y mi ángel salvador lo pagaría muy caro. No sabía las reglas que los ángeles tenían que seguir pero, a mi parecer, esa era una de las más importantes -las alas parecían ser lo más sagrado que un ángel podía tener.

El pánico se alzo en armas en mi mente. Aunque ajena al castigo que implicaba entregarle sus alas, intuí que esto debía tener repercusiones más allá mi conocimiento mortal. El solo pensar que algo malo podía ocurrirle a Edward, el ángel que tan desinteresadamente me había salvado de la muerte y que se encontraba a mi lado, ocasionó que algo dentro de mi doliera tanto que me dificultó respirar por un momento.

¿Qué acababa de hacer Edward? pensé en mis adentros. No tenía idea de lo que significaba, pero tenía la mala espina de que no era nada bueno.

Azrael esbozó una sonrisa tan maquiavélica que hizo que un escalofrío recorriera lentamente por mi espalda. Me pregunté como alguien podía ser tan hermoso y malvado a la vez.

Es un buen trato,—dijo Azrael. —Aunque yo hubiera preferido tener el alma de la mortal. Aún no tengo claro que tipo de don ha adquirido su alma, pero hay algo especial en ella. Puede ayudarme en algo, de eso estoy seguro.

—Para ti si es un buen intercambio. Luego lo usarías como un as bajo la manga con tratos o pactos con otros seres eternos, o para salvar a alguien de la condena eterna. Los demonios aman las almas nobles como la de Yeni para corromperlas. No voy a dejar que ella te de su alma.

—Vaya, hermanito. En verdad que estás aferrado a esta mortal. ¿Sabes que puede pasar si Padre se entera de esto? —le cuestionó Azrael.

Edward asintió con la cabeza, parecía conocer la severidad del castigo que le podía otorgar Dios.

—Si Padre llega a enterarse de esto...me podría costar el destierro del reino de los cielos.—dijo Edward, bajando la mirada.

¡No! ¡Él no te va a dar sus alas, huesos! —vociferé a Azrael, mi ceño fruncido tanto que mi cara estaba irreconocible.

Odiaba las injusticias, estaba harte de Azrael y sus canalladas. Estaba tan furiosa que podía darle de golpes, aunque la única que saliera lastimada seria yo. Azrael era todo un abusivo, un barbaján, una saco de huesos inservibles que se regocijaba demás con el sufrimiento de Edward y mío.

¿Como se hacía llamar su hermano si estaba esperando cualquier excusa para ser un verdugo listo para castigarlo por la eternidad?

—No lo hagas, por favor.—le imploré a Edward, parándome frente a él.—No tienes que darle tus alas a Azrael por mí. Podemos encontrar otra solución, ya lo verás.—mentí.

Sabía que no era así, Azrael no era un ser benevolente que extendía una mano piadosa a quién se lo suplicará, como Dios.

Mis palabras a Edward parecían haber molestado a Ezrael a tal punto que no pudo contener el arranque de ira que parecía hervir dentro de su ser. Tanto era su enojo que se manifestó en un cambio en la energía en el ambiente. Una repentina ráfaga de viento envolvió mi cuerpo, desplazándome violentamente hasta acercarla lo más posible a él.

Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora