Capítulo Dos: Encuentro accidental

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Yeni POV

Capítulo Dos


El club estaba hecho un mar de personas, era casi imposible caminar sin tropezarse contra alguien. La humedad en el ambiente provenía de la perspiración de los cuerpos de las personas que bailaban en la pista como si no existiera un mañana, sus cuerpos moviéndose sensualmente al frotar unos contra los otros, y la más que obvia ausencia de aire acondicionado en el lugar. El olor a cigarro entraba por los poros de la piel, intoxicando dulcemente mis pulmones mientras la proximidad de los danzantes me sofocaba.  

Sofía y yo íbamos tomadas de la mano, ella me iba guiando y abriendo paso con los codos entre la multitud, y al hacerlo, golpeó sin querer a un hombre

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Sofía y yo íbamos tomadas de la mano, ella me iba guiando y abriendo paso con los codos entre la multitud, y al hacerlo, golpeó sin querer a un hombre.

El volteó, confundido por la repentina intrusión a su cuerpo, y en sus ojos se iluminó un deseo carnal que parecía exudar lujuria al ver a Sofía y a mí.

—Deberían tener más cuidado y ver por donde caminan, señoritas—dijo el hombre, su voz ronca arrastraba las palabras al hablar, su lengua debilitada con profunda embriaguez. Extendió su trago a medio tomar, ofreciéndonos la sobras del tarro de cerveza para beber, pero lo rechazamos.

—¡Quieren un trago, yo invito! —se giró, chasqueó los dedos, exigiendo arrogantemente al camarero del bar que lo atendiera.

—Lo siento, no era mi intención lastimarle. —dijo Sofía, esbozando una sonrisa rígida en sus labios. —Gracias, pero nuestros novios nos esperan. — mintió blancamente, su tono era tan gentil como para sonar apenada pero tan firme para no parecer interesada.

La mirada del tipo se tornó a una de aburrición y después fijó sus ojos en una rubia con un vestido casi inexistente que pasó a su lado sosteniendo un trago en una mano y un cigarro en la otra. La rubia le sopló un beso y siguió su camino hacia la barra, y el hombre no demoró en seguirla.

Sofia y yo volteamos los ojos en unión por el alivio.

Hombres.

Seguimos nuestro camino hasta la parte más oscura del club, donde las luces neón no alumbraban demasiado y una que otra pareja se besuqueaba apasionadamente en los sillones lounge de cuero negro que se encontraban ahí.

Después de años de haber dejado el convento aun había ocasiones en donde me resultaba fascinante el observar a las personas tocándose tan descaradamente en público. Derrochar sensualidad y deseo a tal punto de olvidarse por completo de la decencia humana básica me era increíble.

Aunque Sofía visitaba con mayor frecuencia los clubs y bares recién descubríamos la vida nocturna de los jóvenes de nuestra edad—yo no tarde en unírmele. Me resultaba difícil vincularme emocionalmente con hombres al principio. Desconfiaba de sus intenciones después de haberlos visto observar mi cuerpo en numerosas ocasiones, incluso se trataron de propasarse conmigo; pero descubrí que podía usarlo a mi favor.

Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora