Capítulo Diecisiete: ¿Todo fue un sueño?

90 8 1
                                    


YENI POV

Capítulo Diecisiete

Capítulo Diecisiete

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El sonido de unas voces murmurando me hizo despertar. Mi cabeza dolía tanto que casi perdí el conocimiento nuevamente. Cuando abrí los ojos, tardaron unos segundos en ajustarse ante el brillo fluorescente de las luces blancas que alumbraban la pequeña habitación donde me encontraba.

Miré mi cuerpo inerte postrado sobre una cama reclinable de hospital. Todo tipo de tubos y mangueras salían de mi pecho.

¿Qué estaba pasando?

Lo último que recordaba era haber cantado en el Caos y haber salido corriendo para ir a mi turno en el Pecado.

Una ola de pánico comenzó a apoderarse de mi al no reconocer la razón por la cual me encontraba en ese estado.

¿Qué me había ocurrido?

¿Dónde estaba?

Había dos personas cerca de mí, observando mi reacción con cautela.

—Shhh. Tranquila, no se mueva, usted está bien. — Me dijo una voz cálida a mi izquierda.

Traté de reconocer la voz, pero fallé miserablemente.

Aunque su tono gentil logró mantener a raya mi ansiedad por unos instantes no logró que me calmara por completo. Tomé un par de inhalaciones profundas, como me había enseñado mi psicóloga, conteniendo el aire dentro de mis pulmones por unos segundos antes de exhalar lentamente. Cuando sentí mi corazón dejar de palpitar violentamente en mi pecho fue cuando pude formular unas preguntas.

—¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? —pregunté, ahora en voz alta, aún exaltada.

Podía oír el sonido chillón repetitivo de una máquina que dejaba expuesta la alteración repentina de los latidos de mi corazón.

Otra mujer se acercó a mí derecha, usaba una bata blanca sobre una filipina azul opaco, su cabello castaño oscuro estaba atado en una coleta de caballo atrás de su cabeza.

—Señorita Blake, buenas días. —comentó monótonamente. Como si estuviera recitando un monólogo repetitivo en voz alta. —Soy la doctora Rojas. —continuo, su tono frío y cortante.

Cerró el expediente médico en una carpeta de metal que sostenía en sus manos después de escribir unas anotaciones rápidas.

—Lamento informarle que usted tuvo un accidente automovilístico, tiene lesiones que requieren de reposo absoluto por un par de semanas. Un golpe en la cabeza fue lo que le causó una contusión.

Estaba tan confundida. —No recuerdo nada. —dije, llevando una mano a mí cabeza.

—¿Cuánto tiempo he estado aquí?

Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora