Parte 30

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Jin no estaba siendo fan del sol, y ni hablar de la humedad que lo hacía sudar incómodamente. Era en ese momento que se preguntaba cómo Jungkook había podido aguantar tanto tiempo en aquel lugar. Para él, cada minuto que pasaba ahí parecía una eternidad. 

La verdad es que llevaba apenas tres horas en la isla. Ciertamente, la búsqueda estaba tomando más tiempo del esperado, pero el bendito gato protagonista de todo esto no daba señales de aparecer por ningún lado.

—Pss, pss, gatito... —siseó mientras avanzaba con una lata de atún abierta en la mano. Se había distanciado del grupo de hombres que lo acompañaban, ya que los encontraba demasiado ruidosos y no creía que así el gato llegara a acercarse en algún momento.

Continuó avanzando, intentando buscar en todos los rincones que pudo. Así estuvo un tiempo, hasta que, de repente, el crujido de unas ramas llamó su atención. Dirigió su mirada hacia el lugar de donde se escuchó el ruido. Notó que se trataba de una zona con muchos arbustos agrupados, así que no podía visualizar bien de que se trataba. Se acercó despacio y, al intentar apartar unas ramas, un pájaro salió corriendo, haciéndolo tropezar por la sorpresa y acabar cubierto de lodo.

—¡Jodida mierda! —exclamó con disgusto, mirando al ave. Parecía tener un ala lesionada, explicando por qué no podía volar. Su vista cayó en su ropa y piel manchadas de tierra y suspiró, agitando la cabeza con resignación—. Si esto sale bien, me debes una maldita camisa, Jungkook —murmuró al aire mientras se ponía de pie. Se dio media vuelta, decidido a salir de ahí para ir a limpiarse.

Sin embargo, no supo en qué segundo una mano terminó tapando su boca y un brazo encerrando con fuerza su torso.

—Si gritas, lodo no es lo único que manchará tu camisa —le dijo una voz grave al oído. Jin tragó saliva, sintiendo su cuerpo tensarse. No podía ver al chico, pero con el sonido de su voz y la presencia que sentía a sus espaldas bastaba para que se le erizara la piel; sus instintos le advertían que se trataba de alguien peligroso—. Voy a hacerte unas preguntas y quiero que me respondas. Sabré si mientes y, créeme, no te conviene, ¿entiendes?

Jin asintió frenéticamente y entonces el chico soltó su agarre. Lentamente, Jin empezó a darse la vuelta y por fin pudo mirar al desconocido a la cara.

Muchas palabras pasaron por su mente para describir al chico: hermoso, intimidante, exótico, misterioso y...

Desnudo.

—Eh... ¿No usan ropa aquí-

—Solo hablas cuando yo pregunto —interrumpió y Jin cerró la boca—. Dijiste el nombre de Jungkook, ¿te refieres a Jeon Jungkook? ¿Lo conoces? —Jin asintió, y pudo ver cómo los ojos del chico brillaron—. ¿Está aquí? —Jin negó y el brillo se apagó—. ¿En dónde-... ¿Está bien?

Jin frunció el ceño y ladeó la cabeza, confuso. No entendía muy bien en qué clase de situación estaba, es decir, ese chico claramente conocía a Jungkook, pero algo no encajaba en su mente y... más importante, ¿por qué tenía la sensación de haber visto esos ojos ámbar en otro lugar?

—Él no está bien —confesó y juraría que una sutil expresión de inquietud se percibió en el rostro del chico—. Llora todos los días porque extraña a su «gatito». Vine a buscarlo. —La mirada del chico se suavizó y casi se podía apreciar una pequeña sonrisa en sus labios.

—Bueno, felicidades, lo encontraste. —Jin no mostró sorpresa, pero, aun así, el trago de saliva descendió con rigidez por su garganta. Realmente no podía creer lo que iba a decir.

—¿Entonces tú eres «Tae»? —El chicho rio y asintió, extendiendo su mano.

—Kim Taehyung, el gatito de Jeon Jungkook, encantado de conocerte.

Varado [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora