Parte 3

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—Jungkook, te recuerdo que estás aquí para hacer contactos, no comer.

—Sí, sí, lo sé —contestó, tomando un cupcake con una pajita naranja en forma de sombrilla—. Este es el último.

—¡Jungkook! —Le quitó el postre—. Eso dijiste hace 5 cupcakes atrás. El tiempo está corriendo y yo ya no haré nada, lo demás lo tienes que hacer tú sol-

—¡Namjoon! —llamó un hombre, saludándolo a lo lejos. En cuánto Namjoon lo reconoció, se reverenció y le regresó cordialmente el saludo.

—Tengo que ir, es un socio. —Se acomodó la camisa—. Deja de comer y empieza a moverte —dijo para después caminar al grupo de hombres, que lo recibieron con sonrisas.

Jungkook suspiró y miró a su alrededor. La verdad es que nunca le terminaron de gustar este tipo de fiestas. Eran completamente diferente a las que sí frecuentaba. La música no estaba alta, las luces no estaban apagadas y mucho menos había personas tomando mientras bailaban y se besaban con cualquiera que se les atravesaba.

Definitivamente esto no era un club nocturno de la ciudad.

Relamió los restos de betún sobre sus labios y caminó más hacia el centro. Se sentía un poco confundido pues, normalmente, él solo entraba a un lugar y las personas se le acercaban, pero ahora eso no estaba pasando, por lo que se estaba fastidiando.

«¿Tengo que ir yo?», se preguntó, abultando los labios. Observó los distintos grupos de personas que se formaban alrededor. Distinguía algunas caras de celebridades, políticos, cantantes, incluso algunos eran la competencia de su padre, pero no había nadie que conociera personalmente.

No tenía idea de cómo acercarse, por lo que, sintiéndose perdido, buscó a Namjoon con la mirada, pero al mismo tiempo, las luces se atenuaron y la música subió el volumen. Se escucharon gritos de festejo y Jungkook sonrió.

Tal parecía que esta no sería la clásica fiesta aburrida.

Lo divertido estaba a punto de comenzar.

Alcanzó un shot de un mesero que pasaba a su lado y lo tomó de un solo trago. El sabor a licor con un toque de mango y limón quedó en su paladar. Lo saboreó y, con su mejor sonrisa, se acercó a las personas que ya comenzaban a bailar.

Como era de esperarse, en ese ambiente, pronto acabó rodeado de varios chicos y chicas bailando. Se dejó llevar y los minutos se le pasaron rápido, tanto que se convirtieron en horas, que en cuanto Jungkook notó, se paralizó de inmediato.

«¿Qué estoy haciendo?».

Nada de lo que se había propuesto.

Una sensación molesta llegó a su pecho y abandonó la bola de personas para ir a una zona más alejada. Se sentó en uno de los sofás de cuero y suspiró enojado. Lo tenía claro, no iba con intenciones de divertirse, y precisamente ese era el problema, nunca era su intención, pero aun así ocurría.

—Papá tenía razón —murmuró, dándose cuenta de que era cierto. Él era el problema. Su actitud era el problema.

Su ánimo cayó por los suelos y ya no se quiso levantar. Sin embargo, el silencio que lo rodeaba se quebró cuando alguien se le acercó.

—Disculpe, el joven de allá le manda esto —dijo un mesero, entregándole una bebida. Jungkook frunció el ceño y volteó a la dirección que le señaló.

Desde los sofás paralelos a él, un chico lo miraba fijamente. Estaba sentado, su camisa blanca con flores negras desabotonada, exponiendo su trabajado abdomen, así como algunos tatuajes en su tórax. Tenía varios, pero sin duda el más llamativo era el que estaba impreso sobre su costilla: una gran mariposa con las alas extendidas, dejando ver el bello y armonioso patrón de su diseño.

Varado [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora