Discusión conmigo misma.

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—¿Eres idiota?

—¿Por qué? ¿Qué he hecho ahora?

—Convertirte en lo que la gente quiere, ¿te parece poco?

—¿Qué tiene eso de malo? Tengo más amigos que antes, llego a más gente, sonrío cada día y me tienen en cuenta.

—Ya veo, he perdido esta batalla. Tengo que irme. Por cierto, te queda bien ese traje naranja, y a la sombra de los barrotes pareces más interesante.

—Gracias.

—De nada.

Pequeñas catástrofes con final (in)feliz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora