—¿Eres idiota?
—¿Por qué? ¿Qué he hecho ahora?
—Convertirte en lo que la gente quiere, ¿te parece poco?
—¿Qué tiene eso de malo? Tengo más amigos que antes, llego a más gente, sonrío cada día y me tienen en cuenta.
—Ya veo, he perdido esta batalla. Tengo que irme. Por cierto, te queda bien ese traje naranja, y a la sombra de los barrotes pareces más interesante.
—Gracias.
—De nada.
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Pequeñas catástrofes con final (in)feliz ©
PoetryA veces queremos ser escuchados; enfadados y frustrados porque no hay oídos para nosotros. A veces queremos guardar silencio; encerramos en un cajón lo que nos duele por si algún día lo olvidamos. Y, cuándo por fin llega alguien que nos pide hablar...