—Parece que ha dejado de llover.
Las almas gemelas se miran. Una sonríe a la otra. La otra abraza a la una.
—Sí, pero estamos empapadas —comenta la otra secándose las lágrimas.
La una se mira, escurre una punta de su camiseta y forma un charco bajo sus pies. Ríe.
—Bueno, así mojaremos la suela de nuestros zapatos y, cuando vuelva a llover, recordarás que la tormenta es mejor pasarla juntos.
La otra, nerviosa, se rasca la cabeza con tres dedos. Imita a su alma gemela con las manos temblorosas, y forma un idéntico charco bajo sus pies.
—Me parece injusto que te mojes por mi culpa.
La una frunce el ceño, le muerde con suavidad a la otra y busca sus ojos con atino. El verde de los ojos de una se vuelve gris con motas azules.
—Me parece injusto que pases tú sola el chaparrón estando conmigo.
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Pequeñas catástrofes con final (in)feliz ©
PoetryA veces queremos ser escuchados; enfadados y frustrados porque no hay oídos para nosotros. A veces queremos guardar silencio; encerramos en un cajón lo que nos duele por si algún día lo olvidamos. Y, cuándo por fin llega alguien que nos pide hablar...