RAABTA [EN EDICIÓN]

Capítulo 12

LAS FAROLAS

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—Qué pacífico se ve el taller cuando no estoy—rompió el silencio llamando la atención de los chicos.

     Después de descansar toda la mañana, no aguantó más. Fue al taller, apenas se sintió mejor. 

     Onur estaba limpiando con presión de agua una furgoneta gris, mientras tarareaba la canción que sonaba de fondo; y Khan se encontraba en una esquina completamente concentrado, ordenando un estante de materiales que Mert tenía meses evitando limpiar.

—¡Mert, ya estás bien! —gritó Khan con emoción, mientras corría para abrazarlo.

—¿Mert? —Onur se acercó sonriente—. Pensé que no vendrías hoy. ¿Si te sientes mejor?

     Asintió, mientras abrazaba al niño.

—Veo que ustedes también están mucho mejor sin mí.

     Khan intercambió una sonrisa de complicidad con Onur.

—A ti no te gusta que ponga música—explicó Onur buscando la aprobación de Khan con la mirada—, así que le dije a Khan que debíamos aprovechar que no estabas aquí para relajarnos un poco.

—Así que, yo soy el jefe amargado, y tú eres el divertido—tomó asiento.

     A Khan le agradaba mucho Onur, siempre afirmaba que era muy gracioso y que no solo lo hacía reír a él, sino también a Mert.

     Minutos después, Onur y Mert conversaron sobre las novedades que habían sucedido a lo largo de la mañana.

—Espera, entonces, ¿en serio Zeynep te cuidó en tu casa? —repetía Onur sin creerlo, como si fuera un imposible.

—Me has preguntado lo mismo cuatro veces—contestó Mert con desespero—. ¡Te dije que sí! ¿Puedes dejar tu obsesión con Zeynep por un día?

—¿Cuál obsesión? —preguntó Onur ofendido y murmuró por lo bajo—. Como si él no quisiera hablar de ella todo el tiempo.

—Si tienes algo que decir, sé valiente y dilo en voz alta.

     Onur abrió los ojos vacilantes, y los entrecerró lentamente esbozando una sonrisa.

—¿Quieres que diga lo que pienso en alto y qué sea valiente? —preguntó desafiante, haciendo que Mert se asustara—. !A MERT LE GUSTA ZEYNEP PERO NO QUIERE ADMITIRLO!

     Mert miró hacia la puerta con el corazón en la mano, esperando que ella no estuviera por allí, y volvió su mirada amenazante hacía Onur.

—¡Voy a matarte!

—¿No me dijiste que dijera lo que pienso en alto y con valentía?

—Dije en alto, no que lo grites como un imbécil—empujó a Onur haciendo que Khan se riera, mientras seguía arreglando el estante—. ¿Cuántos años tienes Onur? ¿Diez?

     Volvió a sentarse, y soltó un respiro de alivio.

—Deja de decir lo primero que se te venga a la mente. Si vuelves a repetir eso por ahí, te juro que...

—¡Ya, ya, está bien! —interrumpió, cruzándose de brazos—. Solo lo hice para molestarte.

—No puedes jugar con esas cosas, ¿qué habría pasado si ella estuviera pasando por aquí?