Capítulo 24

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UN DÍA AZUL

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     El sol brillaba intensamente cuando el ferry estaba por salir. No había ni una sola nube cerca, sino que el día estaba precioso para pasear, pues tampoco hacía tanto frío. Pero Zeynep comenzaba a desesperarse; era casi hora de zarpar y Mert todavía no aparecía. Lo llamó, aunque no recibió respuesta.

—¿Por qué esa cara larga? —susurró Mert en su oído, haciéndola saltar del susto.

—¡Me asustaste! —lo miró con seriedad—. Mert, eres un impuntual—se cruzó de brazos.

—Te estaba comprando un café—se excusó ofendido y le extendió uno de los vasos que llevaba en las manos—. Por eso me tardé.

—Siempre tienes una excusa—tomó el café con pesadez—. Vamos a subir, para agarrar un buen puesto.

—Espera, espera—agarró su brazo—. ¿Siempre tengo una excusa? ¿Soy mentiroso?

—No dije eso, pero siempre llegas tarde y debo esperarte—reprochó con disgusto.

—¿Y por qué no me lo dijiste antes?

—Porque te excusé las otras veces, pero ya han sido varias—suspiró—. No importa, subamos ahora y hablemos luego.

    Mert bufó y caminó detrás de Zeynep. La chica buscaba con la vista un buen lugar para sentarse, trató de visualizar algún borde para ver el paisaje durante el viaje. Aquel día el ferry no estaba tan lleno, así que había buenos puestos disponibles.

     Las bancas de madera no eran tan cómodas, pero el recorrido solo duraba una hora y media, lo que podría considerarse como un viaje corto.

—Ese lugar es perfecto—señaló una banca cerca del barandal—. ¡Ven!

     Mert la siguió, mientras prestaba atención al vestido largo que llevaba. «Qué hermoso le luce el azul», pensó mientras la seguía.

—Estoy muy emocionada—soltó cuando se sentó.

—Seré más puntual—afirmó retomando el tema.

—¿Sigues con eso? —preguntó sacándose la cámara del cuello—. Te haré unas fotos. Si sales guapo, te perdonaré.

     Mert puso los ojos en blanco, pero sonrió para ella.

—Y si no me perdonas, haré que lo hagas—se enderezó, mientras sostenía el café en la mano.

—¿Y cómo harás eso? —bajó la cámara y lo miró con intriga.

—Si no salgo guapo en las fotos, te diré.

     Ella sonrió y le apuntó con la cámara, de nuevo. Sacó varias fotografías, y mientras lo hacía, pensó en lo apuesto que se veía, y lo interesante que lucía con aquel mar detrás de él.

—¿Y entonces? —dijo entre poses—. ¿Cómo me veo?

—Pues no puedo negar que luces muy apuesto—se deslizó hasta quedar al lado de Mert y le mostró las fotos.

—Y eso que ni me peiné.

—¡No seas egocéntrico! —rio.

—Me toca—dejó el café sobre la banca y le quitó la cámara de las manos.

    Ella sonrió y adoptó una postura para la foto, se colocó los lentes de sol y llevó una mano al barandal. Con la otra seguía sosteniendo el café.

RAABTA [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora