La miel de tus labios

IV

Llegaron a la sala y querían ponerse a ensayar cuanto antes. Empezó a sonar la música y se dejaron llevar. Después de estar prácticamente un día sin ensayar juntas y de haber ensayado sola durante toda la tarde, el roce de Violeta en Chiara se sentía más intenso, lo que hizo que la más pequeña también intensifique sus movimientos, dejando atrás la vergüenza.

Violeta acariciaba el pelo de Chiara con sus dedos mientras cantaba a centímetros de sus labios todavía recubiertos del brillo de la miel. El agarre de la británica tampoco se quedaba atrás, acentuándose al momento de tener que acercar a Violeta hacia ella.

Hay algo que Chiara no se podía quitar de la cabeza y era a Violeta que no paraba de mirarle los labios. Al final de la canción, Chiara de relamió sus labios sabor miel y Violeta rió.

— Sabía que no te duraría —rió Violeta— la miel de tus labios. Chiara se relamió de nuevo, causando otra risa en ambas.

— Esque está dulce, no lo puedo evitar —dijo Chiara con una sonrisa. Violeta volvió a posar su mirada en los labios de la británica— ¿tengo todavía miel? —preguntó pasando su lengua por los labios.

— No, estás bien. Está bien, solo... —Violeta puso su mano en la mejilla de Chiara y con su pulgar limpió un poco de miel que quedaba en la comisura de sus labios— Ya está —pese a haber terminado, dejó su mano dónde estaba, ambas estaban muy cerca. Violeta seguía repasando los labios de Chiara con su pulgar mientras la otra la miraba fijamente— Ya está — volvió a repetir, tragó saliva y se separó— ¿Otra? —Chiara asintió relamiéndose los labios, recordando aún el tacto de Violeta en ellos.

Esta segunda vez que lo hicieron fue más intensa que la anterior. Sus bocas estaban muy cerca, las miradas para nada discretas a los labios de la otra se hacían visibles, el roce era constante, prácticamente se podría decir que anhelaban ese tacto, sus manos se buscaban todo el tiempo. Una mano traviesa de Violeta recorría el pecho de Chiara y el agarre de ésta en la cintura de la otra era más agresivo, haciendo que sus caderas chocasen en en cada coro. Acabaron la canción una muy cerca de la otra. Violeta se mordió el labio inferior mientras se separaban.

— Bien, ¿no? —dijo Chiara confiada.

— Sí —respondió Violeta con una sutil sonrisa, respirando agitada del esfuerzo previo. Chiara se acercó a abrazarla.

— Va a ser un numerazo, ya verás —le susurró la británica mientras Violeta le correspondía el abrazo un poco apenada.

Se separaron y se fue cada una por su lado a descansar. Después llegó la hora de la cena. Violeta estuvo bastante callada, Chiara se preguntaba si le había pasado algo después de los ensayos con ella.