XXI

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Chiara fue de las primeras en llegar a la academia debido a que su medio de transporte era el avión y no tenía muchas opciones de horario.

Al llegar, lo primero que hizo fue buscar su guitarra y sentarse en el sofá a tocarla. Algunos compañeros iban y venían para escucharla un rato y luego retomar sus tareas.

— ¿Qué tal tus días? —preguntó Salma sentándose frente a ella.

— Bien. Tranquilos, supongo. ¿Y tú?

— Yo también, bien. Bua, tengo que contarte una de cosas... Estoy deseando que abran las habitaciones esta noche —dijo mientras se frotaba las manos con una sonrisa. Chiara ladeó la cabeza.

— ¿Te has enterado de muchas cosas? —dijo con un tono un tanto preocupado.

— Muchas es poco, Kiki. Madre mía... He visto que las cosas desde fuera se perciben de una manera distinta a las de aquí dentro... La gente ve cosas donde no las hay y no ve cosas donde las hay.

— Bueno... Yo no me he enterado de mucho, ¿tú has entrado en redes?

— Sí y tu gente me odia —dijo Salma con una sonrisa incómoda. Chiara levantó una ceja.

— ¿Cómo? Pero si eres súper amiga mía, ¿por qué?

— Por eso, ya te acabo de decir que se malinterpretan muchas cosas. Alguna vez que te grité de broma o cualquier cosa...

— Ya —dijo Chiara secamente volviendo a su guitarra. Las bromas que se hacían en la academia solían hacer gracia cuando todo el mundo se reía, pero había veces que parecía que se reían de una persona en concreto, no con ella. Obviamente no dijo nada por no arruinar el ambiente, pero era lo que pensaba.

— Qué ganas de que sea esta noche ya —volvió a repetir. Chiara, un poco molesta, se levantó y se fue a hacerse un café para luego tomárselo en la terraza juntamente con el resto de concursantes.

Le preocupaba lo que le había dicho Salma. "¿Qué otras cosas se podrán haber malentendido? Aquí todos nos llevamos muy bien", pensó. La conversación que estaban tendiendo sus compañeros pasó a segundo plano cuando se perdió en sus pensamientos. Reaccionó minutos después, cuando todos se acercaron de golpe a la ventana y ella hizo lo mismo. Empezaron a gritar los nombres de Paul y Violeta, quiénes estaban abajo.

Un rato después, entraron por la puerta y cuando Violeta hizo contacto visual con Chiara, no pudieron contenerse y corrieron a abrazarse. Durante el transcurso de la mañana fueron llegando los demás.

Cuando llegó la noche, Chiara y Violeta fueron, como aclararon anteriormente, a la clase de Manu a tocar el piano. Cantaron juntas y, más que nada, disfrutaron de la presencia de la otra, que era lo que más habían echado de menos en los dos días de la salida. Intercambiaban miradas, roces, sonrisas cómplices, risas... La noche era perfecta hasta que las interrumpieron.

— Venid a la habitación que va a haber fiesta esta noche —dijo Álex entrando a la sala. Les sonrió y les guiñó un ojo antes de irse.

— Tendremos que ir —dijo Chiara con una sonrisa. Cogió a Violeta de la mano y se dirigieron a la habitación, no sin antes quitarse el micrófono.

Cuando entraron, el plano era digno de película. Un montón de botellas pequeñas de alcohol colocadas en círculo en el centro de otro círculo más grande formado por los concursantes, algunos sentados en el suelo y otros en las camas.

— ¿Perdón? —dijo Violeta mientras se reía y los miraba a todos.

— ¡Estás perdonada, hermana! —dijo Juanjo mientras se levantaba bailando, cogió a Violeta y Chiara y las unió al círculo. No había suficiente espacio así que se tuvieron que sentar alejadas.

La miel de tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora