VIII

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La mañana siguiente Chiara ya estaba despierta cuando empezó a sonar la música, pero cuando la escuchó, dio media vuelta y le dio la cara a la pared. Se preguntaba cómo se podría llegar a acostumbrar a ser despertada cada día de esa manera sin hacerlo con mal pie, sobretodo cuando les ponían música menos agradable, tecno por ejemplo.

Los primeros en levantarse fueron Paul y Ruslana, como siempre, seguidos de Bea, Álvaro, Naiara, Álex, Lucas, Cris y Salma en ese orden.

Ya pasaron quince minutos desde la hora de despertarse y los cinco restantes seguían en la habitación.

— Chicos, moved el culo que tenemos fitness en quince —dijo Naiara entrando brevemente en la habitación para llamar la atención de sus compañeros, de una manera no muy amable, pero efectiva.

Juanjo y Martin empezaron a moverse en la cama, Salma y Violeta ya estaban fuera de las suyas arreglándose para salir medianamente decentes frente las cámaras y Chiara todavía estaba bajo las sabanas. Ya todos sabían que ella duerme desnuda, no es ningún secreto, pero dicho acto hacia que tenga que esperar a que la gran mayoría salga de la habitación para poder ponerse algo de ropa y no montar un espectáculo, cosa que hacía que siempre llegase tarde. En la habitación solo quedaba su gente de confianza, así que si no estaba levantada era por pura pereza.

— Kiki —se acercó cierta pelinaranja a comprobar su estado de sueño. Chiara se hizo la dormida. Violeta le tocó el pelo suavemente y acarició su rostro. Al ver que la otra no reaccionaba, se agachó para estar a su altura y le plantó un corto beso en la mejilla. Chiara no pudo ocultar una sonrisa que la delató— te gusta hacerte de rogar, eh —rió Violeta mientras se ponía de pie de nuevo— va que vamos súper tarde y hay fitness.

Se quedó la británica sola en la habitación y aprovechó para por fin vestirse. Salió de la habitación con el pijama, escogió unos shorts ajustados, una camiseta holgada y se hizo una coleta baja para mayor comodidad. Al no haber nadie ya en la zona residencial, asumió que las cámaras no la grabarían y se cambió de ropa ahí mismo. Después corrió rápidamente al comedor donde desayunó ligero y luego fueron a la sala de ensayo donde se daría a cabo la clase de fitness.

Esta vez comenzaban haciendo parejas para calentar y evitar posibles lesiones. Chiara y Violeta se buscaron inmediatamente con la mirada y se juntaron al cabo de pocos segundos de la petición del profesor.

Empezaron con unos ejercicios individual de calentamiento, desde movimiento de tobillos hasta el cuello. Después, por las parejas que habían formado previamente, empezaron a hacer diversos ejercicios. A Chiara y Violeta les tocó empezar con dos repeticiones de diez abdominales.

Fue la más pequeña la que tomó la iniciativa y se tumbó en el suelo, entonces Violeta se arrodilló en frente de ella y le sujetó los pies con las manos. Chiara empezó a hacer el ejercicio de forma muy lenta, "así no acabaremos las repeticiones nunca", pensó Violeta. Dejó de apoyarse en los pies de Chiara, en su lugar fueron sus rodillas las que sujetaban los pies de la pelinegra para que no se levantasen del suelo. La británica paró y la miró con curiosidad. Violeta extendió las palmas sus manos y Chiara entendió inmediatamente. Una sonrisa se posó en su rostro y continuó con el ejercicio de una forma más dinámica. Chiara sonreía cada vez que sus manos chocaban con las de Violeta y Violeta sonreía por lo adorable que se veía la pelinegra sonriendo. Cuando Chiara acabó sus repeticiones, ésta se estiró en el suelo y Violeta relajó sus manos en las rodillas de la más pequeña, acariciándolas sutilmente.

— Estoy muerta —se quejó Chiara llevando sus manos a la cara. Violeta rió.

— Va —exclamó la pelinaranja de manera infantil y agitó un poco las rodillas de la otra— todavía tengo que hacerlo yo, va Kiki —volvió a repetir la misma acción hasta que la británica reaccionó.

La miel de tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora