Día 19: Celo Alfa

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Los síntomas previos de un celo, Sasuke lo estaba experimentando. Se sentía más irritado de lo normal, la temperatura corporal incrementó de forma exagerada y su instinto animal se volvió territorial con el rubio. Aborrecía sobremanera que cualquier hombre o mujer de la casta que fuera se acercara a Naruto, y no podía controlar esas emociones que rebasaban su lógica. No era la primera vez que sufría de un período de calor; de hecho, los Alfas pasaban por este proceso alrededor de dos veces al año, a diferencia de los Omegas, que la frecuencia ocurría cada mes si aún no han tenido cachorros.

La función del celo era básicamente perpetuar el linaje en términos generales. Sasuke nunca lo había pasado con un Omega, sus encuentros clandestinos con Naruto siempre se dieron cuando el lado racional estaba presente en ambos para evitar una marca e intensificar el odio colosal de la familia Namikaze-Uzumaki hacia él, y por obvias razones, incluía también a los suyos. Ahora que escaparon de los territorios del País del Fuego y se establecieron en otro lugar donde no existía la monarquía y el resto de pobladores desconocían su procedencia de sangre real, la pareja iba a consolidar el vínculo estando juntos en el ciclo del Alfa.

Naruto se sentía algo nervioso por estar íntimamente con Sasuke durante su celo. Él era consciente de que el Alfa perdería de forma temporal la capacidad de hablar, solo emitiría sonidos guturales como método de comunicación y su animal interior iba a apoderarse por completo de él. Incluso en algunos casos, podrían llegar a ser agresivos con sus Omegas. Por esa razón, el joven de ojos azules decidió tomar medidas al respecto. Consiguió, a través de una curandera del pueblo, distintos tipos de hierbas medicinales con el fin de calmar a su compañero, y por supuesto, de parte suya, bebería el té que le recomendó la mujer para impedir el embarazo, aunque deseaban tener hijos, estuvieron de acuerdo en esperar un poco, al menos hasta que la búsqueda liderada por los padres de Uzumaki terminara.

—Sé que es doloroso, pero tienes que soportarlo un poco, Alfa —dijo el rubio, colocándole un pañuelo húmedo en la frente de Sasuke—. La fiebre no va a bajar hasta que inicie totalmente el celo.

—Prométeme que me harás reaccionar si pierdo el control, Omega —pidió Sasuke, sosteniendo con suavidad la muñeca de Naruto—. No me perdonaría si llego a lastimarte.

—Estoy preparado para cualquiera eventualidad. No tienes por qué preocuparte —esbozó una sonrisa Naruto, mientras acariciaba los cabellos azabaches del hombre—. Tu Omega va cuidar bien de ti.

No sabían con certeza cuándo empezaría el celo de Sasuke. Sin embargo, acordaron no salir de casa para no afectar a los moradores con el flujo constante de feromonas. Un Alfa en el apogeo de su rutina y siendo el compañero destinado del Omega, era capaz de desencadenar su calor. Naruto conocía ese detalle y de cierta manera comprendía el malestar de Uchiha. Si una de las partes perdía la razón en el acto, sus instintos eliminarían las precauciones anteriores, pero el rubio confiaba que no sería de ese modo, porque él dominaba su naturaleza animal al someterse en el pasado a un duro entrenamiento de control.

Más tarde, cerca del anochecer, el celo del Alfa finalmente había llegado. Sasuke yacía sobre el lecho bañado en sudor y sus colmillos lucían alargados para reafirmar la marca de apareamiento. De su boca solo salían algunos resoplidos que variaban en intensidad, mientras veía por el rabillo del ojo a Naruto, moviéndose raudo por la habitación, asegurando las ventanas y, por último, el acceso principal. Luego, el Omega empezó a retirarse cada prenda de su cuerpo, depositándola en la cómoda que decoraba la pieza, lo mismo hizo con la única ropa que tenía puesta el hombre de cabello negro.

—Tranquilo, estoy aquí contigo. No me iré a ningún lado, Sasuke —susurró el rubio, usando un tono de voz sutil para consolar a Uchiha—. Estamos en nuestro nido y nadie podrá separarnos.

El Omega besó los labios del Alfa, rozando los sensibles caninos que sobresalían de la cavidad, a Naruto no le importó que Sasuke rompiera ligeramente su labio inferior por la fuerza que ejercía al corresponder el gesto.

—¡Eres un Alfa tan bueno para mí! —murmuró Naruto, embriagándose por el aroma a bosque que expelía su compañero.

Por la condición pasajera que lo imposibilitaba hablar, Sasuke se limitó a mordisquear el cuello de Naruto; hacía todo lo posible para mantenerse consciente. Acto seguido, el Alfa alzó sin mayor esfuerzo al Omega, depositándolo con cuidado sobre el colchón.

—¡Sasuke, por favor! —suplicó el Omega, acariciando el cuero cabelludo de Sasuke.

No recibió respuesta del Alfa, solo obtuvo un intimidante gruñido que ya intuía de qué se trataba. Sasuke se alejó del cuerpo del rubio, esperando que tomara la iniciativa.

—Me estoy presentando ante ti, Alfa —recitó Naruto con la mirada oscurecida por el deseo que le provocaba Sasuke.

La pareja dejó que sus instintos tomaran el control, entregándose a las garras de ese deseo que durante tanto tiempo reprimieron.

El Omega se sentía complacido de recibir las muestras de amor de su pareja, a pesar de que su instinto lo privaba de hablar, lo llenaba en demasía, ya que aseguraba que siempre estarían juntos.

Nota de la autora:

Esta es la versión que no tiene el contenido +18, la versión sin censura está en mi cuenta de A... Que está en mi descripción de aquí.

Con este capítulo cierro la historia del Día 17: Mordida.

Gracias por leer.

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