Día 20: Cuello

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Naruto trabajaba como niñero los fines de semana. Sus padres le habían dado permiso de incursionar en ese primer empleo, siempre y cuando estuvieran informados de la hora de salida y algunos detalles de las familias. Siendo un adolescente de quince años, muchos de sus amigos Omegas también se dedicaban al mismo oficio. Empezó cuidando a los hijos de la vecina que vivía al frente de su casa, y rápidamente se corrió el rumor por todo el suburbio. Al estar en una zona alejada, desplazarse hacia el centro urbano resultaba complicado. Por esa razón, tener a un chiquillo que atendiera a los pequeños por un par de horas fue beneficioso para el resto de los pobladores que confiaban en él.

El muchacho de ojos azules tenía una habilidad impresionante de conectar sus emociones con los más pequeños. Según su madre, Kushina, esto se debía a su naturaleza Omega, que lograba tranquilizarlos a través del aroma a jazmín que expelía de forma inconsciente. Naruto nunca había tenido inconvenientes con los cachorros; simplemente le encantaba estar rodeado de ellos. Se aseguraba de prepararles la comida, se divertían inventando historias hasta que terminaban cansados y luego los llevaba a sus habitaciones. A medida que se familiarizaba con los niños, descubrió su deseo de convertirse en maestro de preescolar una vez que culminara la preparatoria. Planeaba inscribirse en la universidad para estudiar una Licenciatura en Educación Infantil y perseguir sus sueños.

En días recientes, su padre, Minato, le pidió el favor de ir a la casa de su socio Fugaku para cuidar a su hijo menor. El hombre de apellido Uchiha era viudo desde hacía cinco años y tenía dos hijos. El mayor, llamado Itachi, había obtenido una beca completa en el extranjero, mientras que el más joven, Sasuke, aún necesitaba la compañía de una niñera. Naruto no dudó en aceptar el trabajo, ya que estaba de vacaciones por las festividades navideñas. El Alfa rubio se tomó la molestia de llevarlo a la imponente mansión en el otro extremo de la ciudad.

—¡Esta casa es gigantesca! —expresó sorprendido el Omega, mirando por la ventana del vehículo—. ¿Conoces al cachorro, papá?

—En una ocasión, Fugaku llevó a su hijo menor a la oficina; es un niño bien portado —comentó Minato mientras se estacionaba en el domicilio—. Sasuke no te dará problemas, te lo aseguro, Naruto. Apenas finalice el evento, pasaré a recogerte junto a Kushina.

El rubio se despidió de su padre al bajarse del auto. No sabía por qué su animal interior estaba inquieto, lo escuchaba gruñir desesperado como si quisiera alertarlo de algo. Sin embargo, prefirió ignorar el malestar y tocó el timbre. Un hombre alto de cabello castaño lo recibió con una cálida bienvenida.

—Minato me ha hablado mucho de ti, Naruto —inició el Alfa mayor, dejando pasar al Omega con una sonrisa en los labios—. Tengo que asistir a la reunión con los demás ejecutivos; supongo que tu papá te informó.

—Sí, me dijo que son socios —respondió Uzumaki, abriendo los ojos ante la opulencia del lugar—. No tiene que preocuparse; cuidaré bien a su hijo.

—Te lo agradezco, no me gusta dejar a Sasuke solo —confesó Fugaku, acomodándose el saco que vestía—. Lamentablemente, perdió a su madre a temprana edad y le ha tocado madurar rápido. Te confieso esto porque mi hijo es un poco serio y no suele abrirse a personas que no conoce.  

Naruto solo asintió con la cabeza; no creyó necesario decir algunas palabras por la reciente revelación. Escuchó cada una de las indicaciones del Alfa y, posteriormente, lo vio retirarse. Dejó sus pertenencias sobre el sillón de la sala de estar y fue a buscar al niño que se encontraba en la biblioteca. Jamás se hubiera imaginado, ni en sus peores pesadillas, que Sasuke sería su pareja destinada. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras el moreno lo observaba con frialdad.

Sasuke era quizás unos cinco centímetros más bajo que el rubio. A su edad, sobrepasaba la media y aún le faltaba mucho por crecer. Al igual que la mayoría de los Alfas de su familia, que descubrían su subgénero durante la infancia a diferencia del resto de la jerarquía, él se presentó a los siete. Además, poseía un elevado coeficiente intelectual que lo llevó a adelantar cursos en el colegio, aunque evitaba relacionarse con el alumnado. Al percibir el aroma dulce del Omega, se dio cuenta de que ese era su compañero de vida y, al mismo tiempo, odió no saber comunicarse debido a su falta de interés.

—Me llamo Uzumaki Naruto. Encantado de conocerte —habló rápido el rubio, desviando la mirada hacia el suelo cubierto de baldosas—. Seré tu niñero por el día de hoy, espero que nos llevemos bien, Sasuke.

—Eres mi Omega —aseguró Sasuke, acercándose a Naruto—. Lo supe apenas te vi.

Uzumaki tragó saliva nervioso. El perfume natural del pequeño Alfa había alterado a su animal interior, y no quería admitir que ese niño de facciones inexpresivas fuera su destinado. Naruto se imaginaba con alguien cercano a su edad y no lo contrario. Temía recibir burlas o incluso sufrir por un vínculo fracturado si permanecía un minuto más en esa casa.

—No sé a qué te refieres —mintió Naruto sin hacer contacto visual con el chico—. Iré a prepararte la cena.

Sasuke agarró la muñeca del Omega, podía sentir a través de ese inexplicable lazo que se estaba formando el miedo de Naruto. Lo notó en sus bonitos ojos azules, los cuales preferían enfocarse en cualquier punto de la habitación antes que verlo. Deseaba consolarlo, pero soltar sus feromonas posiblemente desencadenaría el celo del rubio, y era más que evidente que existía un rechazo hacia él.

—Hace unas semanas cumplí diez años, Naruto —contestó Uchiha con voz suave—. Entiendo que te sientas decepcionado porque soy un cachorro aún, pero seré paciente contigo. Solo espera por favor.

Naruto no pudo retener las lágrimas. Su lado racional lo empujaba hacia la confusión y, por otra parte, su instinto aullaba desconsolado por herir al joven Alfa. Sasuke se armó de valor y rodeó con sus delgados brazos la cintura del rubio, pegándolo a su cuerpo. Su rostro quedó justo en ese cuello libre de marca, y aspiró su cautivador olor. Por primera vez, Uchiha se sintió reconfortado, deseando con todas sus fuerzas crecer para tener una oportunidad.

Notas de la autora:

Este one-shot tiene continuación, con el día de mañana y pasado, así que en total son tres partes.

Gracias por leer.

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