Día 28: Cuidados posteriores

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Durante los tres días que Naruto estuvo en celo, Sasuke se encargó de satisfacer cada una de sus exigencias. Procuró que, en los momentos de lucidez, el Omega se hidratara lo suficiente y consumiera algunos alimentos ligeros. Ahora que oficializaron su vínculo a través de una marca fresca en el cuello, Uzumaki alcanzó la calma que tanto necesitaba. Desde que se conocieron y su constante negativa de aceptar a Uchiha como su pareja destinada, él experimentó un desconsuelo que no había forma de mermar. Sin embargo, al girar su rostro y ver allí a su Alfa descansando a su lado lo llenaba de una inmensa felicidad.

Naruto estiró su mano, acariciando la mejilla de Sasuke. Estaba tan agradecido con él por su paciencia; incluso lo había esperado a lo largo de muchos años sin reprocharle nada. En el caso de que Uchiha hubiera sido otro hombre, era probable que, ante el primer rechazo, decidiera romper la conexión enlazándose con un Omega que no fuera inseguro, pero su Alfa demostró ser un joven encantador y comprensivo. El rubio sonrió con ternura al notar el ceño fruncido del moreno mientras dormía y decidió levantarse del nido que armó improvisadamente para prepararle el desayuno; quería tener un detalle con su alma gemela.

El Omega cubrió su desnudez con una de las enormes camisas del Alfa y luego se dirigió hacia la cocina. Revisó primero la alacena y después el refrigerador, tomando algunos vegetales para hacer una sopa de miso, pescado a la parrilla y el clásico arroz blanco hervido. Además, al descubrir que a su pareja le fascinaba el té verde, decidió incluirlo en el menú. Naruto se movía con destreza al preparar la comida. De repente, sintió un suave beso en su inflamada marca que lo sacó del estado absorto, seguido por la risa de Sasuke, quien lo miraba con ojos traviesos.

—Buen día, creí que no estaba haciendo ruido para despertarte —comentó Naruto, devolviéndole el beso a Sasuke—. Quería darte una sorpresa.

—No sentí tu cuerpo cerca, así que vine a buscarte —respondió el Alfa, mirando lo que cocinaba el Omega—. Tu herida aún se ve un poco hinchada, pero si la lamo, voy a irritarla por las púas de mi lengua.

—Realmente no siento dolor. Sé que la saliva de los Alfas tiene propiedades que ayudan a desinflamar —expresó el Omega, restándole importancia a su reciente marca—. Esperemos a que sane por sí sola.

Sasuke fue al baño, donde se encontraba un botiquín con varios implementos que había comprado para realizar las curaciones en el Omega. Posteriormente, regresó a la cocina con el objetivo de desinfectar la lesión.

—Mientras cortas las verduras, iré limpiando la zona, Naruto —explicó Uchiha, palpando con una gasa impregnada de alcohol isopropílico el área enrojecida—. Conseguí unos parches para cubrirla.

—Te lo agradezco, Alfa —dijo el rubio, esperando a que Sasuke terminara—. ¿Puedes colocar los platos en el comedor? En un momento estará todo listo.

El Alfa cumplió el pedido de Naruto, ordenando la mesa, y unos minutos más tarde, el Omega llegó con las preparaciones.

—¡Feliz cumpleaños, Sasuke! —canturreó Naruto, con una cálida sonrisa en el rostro.

—Gracias por darme el mejor regalo, Naruto —habló el moreno, tomando la mano de su novio—. Te prometo que te haré muy feliz.

El ambiente era tan acogedor que la conversación fluía sin percances, simplemente dos jóvenes que se dieron la oportunidad de amarse.

Notas de la autora:

Este ya fue el final del one-shot anterior.

Gracias por leer. 

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