Día 7: Celos

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Después de un año de encarcelamiento, Sasuke finalmente fue liberado para iniciar su viaje de expiación. Necesitaba pagar por sus pecados, quizás como una forma más personal de olvidar todo el odio que había sentido durante años. Jamás imaginó que Naruto, su eterno rival, suplicaría por acompañarlo. El moreno no sabía qué decir; no tenía una fecha de regreso, y era bastante obvio que las aspiraciones de ser Hokage por parte del rubio serían desplazadas si iba con él alrededor del mundo ninja. Incluso pensaba dirigirse también hacia otras dimensiones a través de su Rinnegan y descubrir aquellas incógnitas que aún el resto de los países desconocían.

Aunque Uchiha nunca lo reconocería por cuestiones de orgullo, no podía negarle nada a Uzumaki. Su maestro, Orochimaru, afirmaba que sus reacciones se debían a su naturaleza Alfa. Por lo general, las mujeres y los hombres que pertenecían a esta casta solían ser condescendientes con los Omegas, como una forma indirecta de cortejo. Desde que Sasuke se presentó a los doce años, no mostró interés en ese tipo de relaciones, a pesar de haber sido hostigado durante su época de estudiante por muchos de sus compañeros, incluida la tercera integrante del equipo siete, Haruno Sakura. Sin embargo, existía una complicidad única entre Naruto y él que saltaba a la vista.

El Alfa de cabello negro detestaba que Naruto fuera extremadamente amable con todos. En cada ciudad a la que iban, eran recibidos con numerosos obsequios y halagos por igual. El muchacho de ojos azules era un héroe de guerra y, siendo un Omega soltero y sin marcar, los pretendientes caían como fieras hacia su presa. Sasuke aún no se daba cuenta de que estaba celoso de la situación. Su rostro inexpresivo ahora mostraba una amarga mueca ante las sonrisas que Uzumaki le regalaba a una mujer rubia del País de los Demonios llamada Shion, quien lo pretendía sin atisbo de vergüenza. Según había escuchado por los moradores, la sacerdotisa buscaba un compañero fuerte que le diera un heredero, y qué mejor manera de conseguir su objetivo que teniendo a su disposición a la figura más importante de Konoha.

—Eres muy joven para tener arrugas en la frente, Teme —comentó el rubio, presionando con su dedo índice el entrecejo del Alfa—. Últimamente te noto más amargado de lo normal desde que llegamos aquí.

—No debería importarte lo que me pase —rebatió molesto el hombre, quitando de un golpe la mano de Naruto—. ¿Tú no ibas a verte con tu novia, la sacerdotisa?

El rubio abrió sus grandes ojos con sorpresa. No esperaba que su amigo tuviera una reacción tan grosera, y tampoco entendía por qué Sasuke mostraba ese comportamiento agresivo al hablar de la mujer Alfa.

—Ella solo es cordial con nosotros —aseguró el Omega, mirando fijamente el rostro de Sasuke—. No sé por qué piensas tan mal de Shion.

Uchiha soltó una risa burlona ante las palabras que escuchó. No podía creer que Naruto fuera tan inocente para su propio bien. Él, siendo el Alfa más apático en cuanto a temas sobre el amor se refiere, entendió por qué la mujer se le acercaba. El Omega estaba en el ciclo más fértil de su edad, soltaba feromonas sin ningún tipo de cuidado, atrayendo a cualquier espécimen hacia su lecho.

—¡Esa maldita Alfa está buscando embarazarte! —gritó furioso Sasuke, sobresaltando a Naruto—. ¡Solo falta que le abras las piernas y consiga lo que tanto desea!

El rubio le soltó un fuerte puñetazo en la mandíbula a Sasuke; se sentía dolido por la manera en que lo ofendía. Naruto no buscaba llamar la atención de la mujer con sus feromonas, sino que quería hacerle saber al último Uchiha que él sería una buena pareja, pero su mensaje había sido interpretado de la peor forma posible.

—¡Si te pedí acompañarte en tu viaje de redención es porque quería estar cerca de ti, idiota! —respondió enojado el Omega, conteniendo las ganas de llorar—. ¡No me interesa ningún otro Alfa que no seas tú!

El semblante imperturbable de Sasuke sufrió un drástico cambio al escuchar el tono dolido en la voz del Omega. Rápidamente se limpió el labio roto y fue tras el chico que había salido de la habitación, azotando la puerta.

—¡Espera, Naruto! —llamó desesperado el Alfa.

—¡Déjame en paz! —sentenció Naruto, limpiándose las lágrimas con la manga de su chaqueta negra—. Volveré a Konoha para no molestarte.

Cuando Sasuke alcanzó a Naruto, no le importó ser observados por la gente que estaba en la recepción de la posada donde se hospedaban. Tomó con delicadeza el rostro sonrojado del Omega y lo besó, aunque en un principio el futuro Hokage se negaba a corresponderle, pero la necesidad de sentir por primera vez y de forma recíproca la ansiosa boca del Alfa lo orilló a ceder.

—Lo siento tanto, Naruto —murmuró Sasuke, acariciando con suavidad las características marcas en las mejillas del rubio—. Me comporté como un tonto y te lastimé.

—Ya es una costumbre entre nosotros llevarnos así —intentó bromear Naruto para cortar la tensión—. Además, yo no he aceptado ningún cortejo porque esperaba que tú lo hicieras en algún momento.

—Ahora soy capaz de admitir que tenía miedo de perderte —reconoció Sasuke sin apartarse del Omega—. Si me das una oportunidad, quiero hacer todo como se debe.

Naruto sonrió emocionado y, esta vez, se armó de valor para besar a Sasuke, mientras el grupo de personas aplaudía por la reconciliación de la nueva pareja. Incluso Shion vio la escena y supo que había perdido; no iba a oponerse a que el Omega fuera feliz con el hombre que amaba.

Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora