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Durazno.

Así olía aquel lindo omega, ese omega tan distinto, tan fuerte por dentro, olía a Durazno, y a Borja le fascinaba ese olor, y no había podido sacárselo de la mente desde que conoció a dicho omega. Era un olor tan puro, tan dulce, tan refrescante, que con solo sentir aquel olor, Borja se calmaba y se sentía en una completa paz.

Borja odiaba que ese maravilloso olor perteneciera a una persona tan poco maravillosa.

- Estoy en casa, cariño. - Habló el alfa mientras dejaba sus cosas y su abrigo colgadas en el perchero a su lado. Borja suspiró, buscando con la mirada a su esposo, y una vez lo encontró, vio como este se acercaba al alfa sonriéndole con plena confianza y cariño.

- ¿Como te fue hoy, amor? - Preguntó el omega luego de besar dulcemente los labios de su esposo, quien le dedicó una hermosa sonrisa antes de contestar, acariciando un poco los cabellos del omega.

- Fue un día tranquilo, no hubo mucho. - Habló Borja, para luego unir sus labios una vez más con los de su omega.

Aunque aquel omega no era su omega, al menos aún, Borja nunca lo había marcado, claro que habían tenido intimidad, muchísimas veces de hecho, pero Borja nunca supo si marcar al omega durante esta o no, su omega, Alex, siempre le dijo a Borja que entendía que no lo hiciera, y que estaba bien con eso, pero el omega dentro de Alex pedía a gritos ser marcado por Borja, y más en la intimidad, donde Borja ignoraba aquellas peticiones.

- Te prepare la comida, amor - Volvió a hablarle el omega a Borja, mientras abrazaba al alfa colgándose de sus hombros cariñosamente, como un pequeño mono.

- Quacks, te dije que no era necesario que prepararas la comida, hay gente que podría hacerlo por ti, puedes llamar sirvientes. - Habló el alfa con un poco de frustración, pero acariciando la mejilla del omega.

- Me gusta hacerlo, Luzu -

- Eres rarísimo. -

Se abrazaron profundamente, disfrutando de la presencia del otro, compartiendo sonrisas y risas, acariciando sus cabellos y besándose siempre que podían, se adoraban y amaban mostrárselo.

Alex Quackity era conocido por todo el mundo gracias a que era la pareja oficial de Borja, pues se habían casado el año pasado en una enorme y lujosa boda, que Borja disfrutó. Los medios siempre se encargaban de querer captar en cámara todo lo que tuviera que ver con Alex y Borja, las salidas que tenían juntos, las conferencias, todo.

Alex siempre había apoyado a Borja con su trabajo en todas sus empresas, porque claro, la empresa de Borja, MetaDesign, no era la única empresa que tenía, su familia, la familia Luzurriaga, contaba con más de 5 empresas distintas. Todas muy conocidas y con colaboraciones con marcas conocidísimas, MetaDesign era la segunda más conocida, pero la favorita de Borja.
Borja siempre iba a agradecer el apoyo de Alex en todo, como el siempre había estado detrás de él apoyándolo y dándole fuerzas.

Aun así, Borja se sentía extraño desde que conoció a Raúl.

El día que chocó con Raúl todo pasó increíblemente rápido, los gritos, las sorpresas, todo. Borja había salido de allí pensando en aquel omega tan desobediente y agrandado, pero además de quedarse con la actitud de dicho omega, también se quedó con su olor.
Un olor a Durazno, la fruta que más consumía Borja en su infancia, su fruta favorita, a pesar de que hace tiempo no la comía.

Sentía que el destino se encargaba de unirlos a ambos, tanto a él como a Raúl.

- ¿Estas bien, amor? - Preguntó el omega al ver lo mucho que su esposo pensaba, tomó la mano del alfa y le sonrió de oreja a oreja, mostrándole confianza y amor. Borja solo sonrió rápidamente, mostrando su desinterés hacia sus pensamientos. Podía comprar un aromatizante de Durazno y olvidarse del buen olor que Raúl dejaba en sus fosas nasales.

Bossy Boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora