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♡︎ ﹔Caricias/toques en cualquier lado. Objetivo ── Japón (fem).
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La japonesa ya no aguantaba más el dolor en su espalda. Hoy no asistió a la Academia de Baile donde ella está ingresada para aprender coreografías de diferente estilos. Su pasión era bailar pero supone que ya era su fecha de muerte (muy exagerada).
Sentía como si su cuerpo podría desprenderse en cualquier momento desprevenido y el único que sabía hacer masajes era su dulce novio: Venezuela.
Agarró fuerza de voluntad para bajar a la sala e irlo a buscar, lo necesitaba urgentemente y por suerte lo encontró sentado en el piso arreglando unos libros que se situaban dentro de unos cajones.
— ¿Qué haces? —preguntó entonando su delicada voz femenina, el muchacho volteó la cabeza para mirarla a los ojos y sonreírle.
— Andaba buscando un libro de historia para leer, pero nada de esto me llama la atención. —respondió continuando con lo suyo.
Japón solo se quedó mirando los libros, pensando si decirle que le haga un masaje o aguantarse el dolor, pero realmente deploraba la molestia fundamente al extremo. Ni siquiera podía estar parada.
— Vene-kun, necesito tu ayuda.
El venezolano alzó una ceja de confusión, se levantó de inmediato para preguntar qué era lo que sucedía y la muchacha comentó su angustia en tal parte del cuerpo. El chico no optó por buscar más soluciones y la arrastró hacia la habitación de los dos, pidiéndole que se acomodara a como prefiera.
Ella soltó una pequeña risa y comenzó a quitar su blusa de seguida en desabrochar su sostén dejando en vista su pecho. Se relajó por completo situándose en el medio del colchón. Tal tricolor buscó una crema para comenzar con lo suyo en desplazar sus manos en toda la piel de dicha zona.
Podía escuchar los quejidos de alivio saliendo de los finos labios de su novia, siempre se ponía contento cuando el estado de ánimo de la japonesa se mantenía de manera alegre y firme.
— ¿Te gusta? —asomó su rostro para estar frente al de la fémina.
— S-sí...
Sonrió victorioso, hacer masaje la mayoría del tiempo quizás era un pasatiempo adecuado para el venezolano y afortunadamente tenía la habilidad de saber moverlos dependiendo en dónde y rebajando la fuerza de sus palmas.
Después de 15 minutos, terminó acostándose al lado de su pareja mientras la veía completamente enternecida en un profundo sueño, comenzando a dejarle pequeños besos en la frente de esta.
Permitiría que ella durmiera a solas, arropándola y encendiendo el aire acondicionado para mantener una temperatura moderada dentro de la habitación.
Amaba sentir la tranquilidad que ella trasmitía estando a su lado.
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