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♡︎ ﹔Haciendo algo caliente. Objetivo ── Uruguay.
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— ¿QUÉ HAGO, GUACHO?
— PUES ECHARLE AGUA, BECERRO.
— A MÍ NO ME ESTÉS HABLANDO ASÍ, HIJO DE PUTA.
— ¿Qué coño está pasando aquí?
Los restantes quedaron estáticos al escuchar la voz del tricolor. Estos dos se pusieron al lado del otro tapando la parrilla tratando de actuar diferentes y sonriendo forzosamente para el venezolano.
Resulta y acontece que Uruguay y Venezuela planearon un día entero para ir a la piscina y tragar mucha comida como cosa normal de gente disfrutando sus vacaciones. Lastimosamente el venezolano tuvo que llevarse montado a todos sus estados causándole mucho estrés, aunque el uruguayo ni estaba pendiente de eso.
El tricolor dejó a cargo a su pareja la carne que se estaba cocinando en la parrilla, pero el caraqueño distrajo al uruguayo y se puso a ver tik toks con él, olvidando que aquella comida se andaba incendiando dentro del asador.
La mayoría de los presentes se dieron cuenta cuando distinguieron un olor a quemado preguntándole en seguida a Uruguay el por qué el lugar tenía un aroma así.
Al escuchar las preocupaciones de los estados venezolanos corrió rápidamente hacia el horno abriéndolo y quedando perplejo al observar la carne en fuego.
Le pidió ayuda a Caracas, pero ese tampoco sabía qué hacer en situaciones como esas.
— ¿Qué? Nosotros andamos relaja'os, velda' que sí? —dijo la capital de Venezuela, golpeando el brazo izquierdo del uruguayo asintiendo rápidamente con su cabeza.
— ¿Y por qué se estaban gritando?
— Lo que pasa es que jugábamos diciéndonos qué groserías se escuchaban mejor jajaja...—respondió el de franjas azules y blancas en su bandera.
Venezuela sospechaba y más por el comportamiento extraño de su pareja— Huele como raro...
— FUERON LOS PEOS QUE SE TIRÓ ZULIA. —gritó Anzoátegui quién se encontraba dentro de la piscina.
El zuliano se sintió ofendido, pero por esta vez le cantaría la zona a Uruguay— ¡Sí mano, es que ando con una cagalera que no juega carrito! —respondió.
— No vale, si son asquerosos. —y sin más, el de 8 estrellas se fue del lugar dirigiéndose adentro de la casa que conllevaba la piscina que rentaron.
Todos soltaron un suspiro de alivio, ahora tendrían que averiguar cómo buscarían más carne.
— ¿Será que busco la mierda esa de una vez? —preguntó el larense.
— Sí, pero anda rápido sin que te descubra el pana. —respondió el bolivarense, refiriéndose al tricolor.
Lo que no sabía ninguno era que Venezuela vio con seriedad absolutamente todo desde la ventana de la sala.
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