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Jaehyun suspiró frustrado mientras tomaba su café y leía algunos documentos en su computadora. Era un nuevo día, lleno de trabajo y cosas que hacer, pero ahora mismo lo único que esperaba era que no fuera tan desastrozo como el anterior.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Taeyong, la última persona que quería ver en ese momento. El omega entró a la gran cocina con los ojos hinchados por sus largas horas de sueño y soltando unos leves bostezos.

― Buenos días, Jaehyun. ― saludó con normalidad, como si no hubiese querido escapar el día anterior, como si no ocupara los pensamientos de Jung las veinticuatro horas al día, aunque bueno... Eso no tenía que saberlo.

― Buen día. ― Jaehyun carraspeó, soltando esas palabras de la forma más fría e indiferente posible.

Cerró su portátil y la guardó en su maletín, no terminó de tomar el café y simplemente salió de la cocina, dejando a un confundido Taeyong de pie en medio del lugar.

― Tonto... ― Jung se susurró a sí mismo, saliendo de la casa hacia su auto.

Se supone que iba a cambiar su actitud con el omega y la idea no era mostrarse nervioso, solo que Taeyong tenía un gran efecto en él y no podía negarlo más. Jaehyun soltó un suspiro por veinteaba vez en un par de horas y se subió a su auto para comenzar otro día de trabajo.

Mientras que por otro lado, Taeyong se sentó en la silla donde el alfa había estado minutos antes, pensando en por qué el repentino ¿Enojo? e indiferencia del contrario. Bueno, realmente podía deducir que estaba enojado por su intento de escape el día anterior pero nadie podía culparlo, cualquiera en su posición lo hubiese intentado. Sin embargo, intentó ignorar el sentimiento feo apresado en su pecho al recordar los ojos fríos del alfa.

Caminaba por el lugar preparando el desayuno para él y su hijo pero con el alfa ocupando cada lugar de su mente.

Taeyong suspiró, este sería un día largo.

La cabeza había estado matándolo de dolor todo el día, tanto que ni siquiera pudo concentrarse en realizar su trabajo de buena manera, por lo que dejó a Chenle, su asistente, a cargo de lo poco que quedaba por hacer en la empresa

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La cabeza había estado matándolo de dolor todo el día, tanto que ni siquiera pudo concentrarse en realizar su trabajo de buena manera, por lo que dejó a Chenle, su asistente, a cargo de lo poco que quedaba por hacer en la empresa. A las tres de la tarde, aproximadamente, salió del lugar para regresar a casa.

La idea principal era caminar directamente a su habitación sin decir una sola palabra ni darle miradas a absolutamente nadie, quedarse ahí todo el día hundiéndose en su miseria mientras comía un ramen instantáneo y veía una película, pero los planes de cierto pequeño eran otros.

― ¡Jaehyun! ― gritó sonriente cuando vio al alfa atravesar la puerta, corrió hacia él rápidamente antes de que su papi le llamara la atención, abrazó sus piernas y lo miró desde abajo.

Jaehyun sonrió de verdad, la primera sonrisa genuina que había tenido en todo el día.

― ¡Shotaro! ― Taeyong llegó casi detrás del niño, tomándolo del brazo e intentando alejarlo del alfa pero el peqeuño tenía fuerza y no se dejaba hacer. ― No molestes a Jae, llega de un largo día de trabajo, déjalo en paz.

Mafia 𖦹 𝙅𝘼𝙀𝙔𝙊𝙉𝙂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora