❈•≪05. Consecuencias≫•❈

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La segunda vez que Mingi y Hongjoong se encontraron, fue en la ausencia de sus amigos y por mera casualidad del universo. Ya que justo en ese instante, uno se encontraba saliendo de un edificio y el otro a punto de ingresar a la bien conocida biblioteca. Libros en mano y todo. Distinto a la despreocupación que brillaba en las manos vacías del alto.

Decir que no les sorprendió verse después de dos días sin toparse en lo absoluto, sería mentir, porque les asombró y más sin rastros de sus amigos. Eso, sin embargo, no impidió que el alto con la confianza que rozaba a veces la arrogancia, estirara una mano y le colocara un mechón detrás de la oreja a Hongjoong, haciéndolo sobresaltar por el gesto cariñoso.

—¿Por qué la sorpresa, cariño? —preguntó con un esbozo de sonrisa—. Ya nos hemos visto en la plenitud de nuestros cuerpos al desnudo, que te acomode un mechón no es nada.

Bueno, podría no tener un significado más allá de ser eso: un simple gesto por cordialidad y educación, pero aún así le sorprendía. Una vez que jodía a alguien fuera de su sistema, iniciaba con el contacto cero. No obstante, por alguna razón muy válida, se sentía inapropiado aplicarlo con el nadador. Al final del día, se llevaba bien con sus amigos y tarde o temprano terminarían chocándose más seguido. Además, no era un sujeto desagradable y lo había tratado bastante bien la última vez que se vieron.

Increíblemente bien, para ser honesto.

—Sólo me sorprendiste, es todo —respondió después de espabilar, abrazándose a sus libros—. Nunca te había visto en la biblioteca antes.

—Rara vez tengo razones para visitarla. Prefiero estudiar en mi dormitorio, es más cómodo allí. —inclinando la cabeza, el moreno lo miró de arriba-abajo—. Te ves precioso hoy, Hongjoong.

Bajando la cabeza, el de cabellera morada observó sus prendas del día: unos pantalones negros con roturas exageradas y una camiseta blanca con dos botones desprendidos. A diferencia del moreno que tenía sus manos llenas de anillos, él no llevaba ningún accesorio en el pelo, pero sí traía una pequeña coleta. Dejando su frente parcialmente descubierta, algunos mechones caían sobre ella de manera organizada. Dándole un aire juvenil y fresco.

—Gracias —dijo luego de carraspear, extrañamente tímido—. Luces bastante mejor hoy que en los anteriores días.

En esta ocasión, Mingi no traía una remera sin mangas ni pantalones de lana como si acabara de salir de una sesión dura en el gimnasio, por el contrario, lucía como la mayoría en el campus: bien arreglado. Unos pantalones azules estrechos y una camiseta azul oscuro por encima, remangada hasta los codos y desprendida un botón, dejando a la vista sus clavículas marcadas y parte de su tez dorada. Una invitación tentadora en la cual podía observar que ya no quedaban marcas de su encuentro.

Una verdadera lástima.

—Gracias, cariño. Acabo de salir de una conferencia —respondió con honestidad, sonriéndole—. No había forma de que luciera como una vago allí, ¿o sí?

Enarcando una ceja el más bajo no pudo evitar decir—. ¿Hay forma de qué luzcas como uno?

—La cara no lo es todo, cariño —le dijo con un matiz ligero de reproche—. Pero qué hay de ti, siempre tan bien arreglado. ¿Queriendo impresionar a alguien?

—No.

Aunque era cierto que últimamente se vestía con mayor empeño y le dedicaba más hora al maquillaje cuando antes lo hacía si tenía el tiempo para ello. En la actualidad, incluso se despertaba media hora antes para comenzar con su rutina de cuidado de piel. Lo que era absurdo pero sabía a qué se debía, después de todo, debería ser muy estúpido como para que no lo supiera y sólo actuara por inercia. Esas cosas no pasaban. En el fondo, no tanto en realidad, buscaba impresionar al nadador. O mínimo atraer su atención.

Blue - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora