Las familias Grayce y Walter se conocen desde hace años, son familias amigas, y ambas son muy numerosas.
Gracias a esta amistad, Sky pudo conocer a unos excelentes amigos, y al chico del que se comenzó a enamorar ese año en el que dos cosas se lo im...
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Mis hermanos y yo estábamos en la casa Walter. Específicamente, en el patio trasero, más específicamente, en la piscina. Realmente les mide como veinte metros... la piscina.
- ¿De qué te ríes?
Ay, se ve que no contengo mis pensamientos intrusivos.
Ese fue Cole Walter, mi mejor amigo del mundo y de la vida.
- No, nada, nada - le sonreí y él entrecerró sus ojos mirándome, también con una sonrisa.
Le lancé un poco de agua para que deje de mirarme, y así fue como empezamos una pelea de agua.
- ¡Chicos! - esa fue Katherine, la madre de estos chicos.
No nos estaba retando, más bien estaba llamandonos a todos.
Cole y yo tuvimos que detenernos, pero yo quedé apoyando mis manos en sus hombros y él en los míos.
Todos miramos hacia Katherine, y notamos que detrás de ella había una chica de piel morena, bastante avergonzada, supongo que por las miradas.
- Ella es Jackie Howard, la amiga de la familia de la que les habló su padre. Se quedará un tiempo con nosotros y, mientras esté aquí, quiero que se esfuercen muchísimo para que se sienta como en casa - mientras Katherine hablaba, todos la mirábamos.
A juzgar por las expresiones de los chicos, era lo que menos les apetecía en el mundo.
Los hermanos la observaban como si fuera una extranjera que hubiera invadido su país particular. Sé que ellos no son tan receptivos ante la gente nueva, y entiendo que esta gente nueva va a vivir en su casa, pero realmente se ve como una buena chica y me apena que ellos se atajen tanto ante ella.
-Hola, chicos. Soy Jackie - al parecer intenta ser amable.
- Hola - los únicos en responder, fuimos mis hermanos y yo, los anfitriones no mostraban muchos signos de querer hablar con ella.
Cole soltó mis hombros y se alejó, nadó al borde de la piscina y salió a pulso, exhibiendo los músculos de sus brazos bronceados. El agua salpicó en todas direcciones cuando sacudió la cabeza para apartarse las greñas de los ojos, igual que haría un perro mojado. Luego, para terminar, se peinó con los dedos el cabello rubio, aclarado por el sol, echándose hacia atrás las mechas doradas, casi blancas. Su bañador rojo le colgaba de la cadera peligrosamente bajo, al borde de lo inapropiado pero dejando suficiente espacio a la imaginación.
Le eché un vistazo y noté un aleteo en el corazón. Ahuyenté a toda prisa la perturbadora sensación. ¿Qué te pasa Sky?
Podía deducir que su mirada se deslizó sobre Jackie con indiferencia y las gotitas de agua que tenía atrapadas en las pestañas destellaron a la luz del sol resaltando el verde de sus ojos, como siempre lo hacía. Se volvió a mirar a su padre.
