3. La Mansión Styles

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Harry Styles.

Era el jodido Harry Styles, el omega más popular del bachillerato y el próximo presidente estudiantil de la escuela de niños ricos a la que asistía.

Y Louis era un becado.

Demonios ¿En qué estaba pensando?

Le había pedido una cita y ahora pensaba retractarse al pensarlo mejor, Harry era mucho para él.

No, no, se reprendió, tenía que ir. No podía dejarlo plantado de la nada.

[...]

Estacionó su Mustang rojo que había sido limpiado a conciencia y estaba reluciente al igual que su dueño.

Se acercó hasta la enorme puerta de madera, sujetó con nerviosismo las flores invernales atadas en una cinta rosa y tocó el timbre, con el corazón en la mano.

Luego de unos interminables minutos, alguien se materializó en la puerta.

—Oh eres tú. —Contestó una mujer de edad mediana y con un uniforme de servicio perfectamente planchado.

Louis no comprendió ¿Eres tú?

¿Harry le había avisado que vendría?

—Pasa. —Señaló la mujer. —Llegas tarde, la señora Cox se va a molestar, si ve que aún no han empezado a limpiar la nieve del césped. —Vio las gardenias en las manos del muchacho —¿Por qué has traído flores? Aquí hay muchas, en el invernadero.

—Yo... —Louis boqueó por aire. Joder, se había metido en una grande.

La mujer lo había confundido con un maldito jardinero o algo parecido. La beta lo miró expectante.

—Pero pasa, vas atrasado. —Insistió.

—Sí, claro disculpe. —Sonrió displicente —Mm... iré por las herramientas de limpieza, las dejé en el carro. —Señaló.

Louis se dirigió a su auto consternado. Se montó en Tommo y salió raudamente a la carretera, alejándose de aquella casa de locos.

Cuanto más lejos estuviera, mejor.

Pero ¿En qué rayos había estado pensando?

Harry era un niño rico, era nieto del conde Cox de Inglaterra, quien se había establecido hace años en Forks, la hija de este se había casado con Desmond Styles. Otro magnate del mundo de negocios en Boston. Quién era dueño de Styles Enterprise, dónde justamente él quería postular por una pasantía de trabajo.

Y él estaba pensando en salir con el hijo.

Si antes Harry era inalcanzable para él, ahora lo era aún más.

Suspiró audiblemente en su almohada, al menos debería llamarlo para disculparse por no llegar a recogerlo. Aunque sí hubiera ido, técnicamente.

Tomo valor para llamar y esperó unos segundos para que cogieran el teléfono.

—Hola ¿Residencia de la familia Cox? —Pregunto nervioso. Harry le había dado un número telefónico, no el de su móvil, aquello sí lo entristeció un poco.

—¿Si, quien habla? —Reconoció la voz de la misma mujer que lo había atendido en la mañana.

—Con Harry Styles por favor. —Pidió indeciso.

—Oh el señorito Harry. Esperé un momento.

Pasaron algunos minutos cuando el omega se puso al teléfono.

El Regalo Perfecto L.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora